-Bienvenidos, vaya... No esperaba veros tan...- se alegraba McGonagall que hizo una pausa para mirar a todos sus antiguos estudiantes, hasta ver un poco más hinchada la barriga de Ronald Weasley- Crecidos-.
La mayoría lució una leve sonrisa, pero volvieron a la seriedad del asunto.
-Profesora McGonagall, ¿es cierto que nuestros hijos se han escapado del tren?- preguntó Hermione, estaba preocupada por pensar en todo lo que les hubiera pasado si no les hubiese salido bien el hechizo de James.
-Sí, señorita Malfoy, así es. Los chicos han huido del tren, pero no estoy segura del motivo- respondió con mirada un poco más cercana a éstos, habían vivido varias experiencias que les había unido más con los maestros de Hogwarts y ya no podían ocultarse casi nada.
-¿En qué estarían pensando?- se puso más nervioso Ron.
-Estoy seguro de que tienen una buena explicación para esto- intentó calmarlo Harry, pero el leve carraspeo de cierto profesor de Defensa contra las Artes Oscuras consiguió la atención de todos los presentes.
-¿Una buena explicación? Por lo visto, no tiene muy claro lo que significa tener una "buena explicación", señor Potter- continuaba el profesor Snape- El mero hecho de que esos chicos hayan hecho tal cosa, como incumplir varias normas de esta escuela, os hacen responsables de sus decisiones y no suelen ser muy agradables- mantenía su postura habitual, las mismas ropas largas y oscuras, el cabello corto, lasio y negro... Por no hablar de la misma forma pausada con la que se expresaba.
Casi todos meditaron en sus palabras, pero Ron era el que estaba más nervioso de todos ellos.
-Rose no se va a librar de esta tan fácilmente- le dijo a Alice entre dientes y un tanto enojado.
La profesora dejó paso a los padres y esperó junto al profesor Severus.
-En el fondo, son iguales que sus padres- sonreía McGonagall con melancolía.
-Desafortunadamente, eso parece- concluyó éste con un rostro serio y un tono desanimado.
Ya en el despacho, los 10 estudiantes estaban esperando a sus progenitores con los corazones en un puño... Entendían que podía haberles pasado algo y mucho más si habían empleado magia fuera de la escuela, esperaban los castigos y enojos con cierto miedo a cómo se pondrían sus padres al verlos.
-James, Albus- llamó Harry que llegaba con Ginny y los demás.
Los chicos, que estaban sentados frente a la mesa del director, voltearon a mirarlos mientras tragaban saliva.
-¿Estáis bien?- abrazó el patriarca de los Potter a sus dos hijos.
Casi todos hicieron lo mismo, salvo Ron.
-¿Se puede saber en qué estabas pensando? Eres igual de sensata que tu madre y te comportas como...- reñía, hasta que intervino su mujer que abrazaba a la joven pelirroja.
-¿Como tú?-.
-Entiendo vuestra preocupación y también vuestro enojo, pero esto es un poco más serio de lo que pensábamos- intervino Dumbledore- Sin embargo, los chicos han sabido actuar en el momento adecuado... Pero no ha sido lo más sensato, ¿cierto, señor Fred Weasley?-.
El chico bajó su mirada, sabía de lo que le estaba hablando el director, pero no se atrevía a confesarlo.
-¿Fred?- lo miró George, su padre.
Éste alzó su mirada a los castaños ojos que había heredado de él y tomó aliento.
-Todo iba bien, estábamos en el vagón... Hablando y bromeando- continuaba con un tono un poco apagado- Pero a medida que llovía más fuerte, James quiso ir a ver cómo iban Albus, Rose, Scorpius, Dominique y Clara...- se detuvo y miró a su primo James.
Harry comprobó que algo les había pasado a ambos, ya que intercambiaban ciertas miradas serias y eso lo conocía bastante bien.
-¿Qué fue lo que pasó, James?- fijó su mirada en el chico y éste no se atrevió a mirarlo.
Parecía querer contarlo, pero le resultaba difícil y no abría la boca para explicar nada. Se dedicó a estar serio, apretando sus manos fuertemente y tensando la mandíbula.
-James...- murmuró Ginny.
-¿Qué ocurre? ¿Por qué no quieres contármelo?- se angustiaba Harry.
-Tranquilo, deja que se calme un poco- le tomaba del hombro su amigo Draco.
-¡No pongas tus sucias manos en mi padre, maldito traidor!- exclamó James mientras tomaba su varita y apuntaba hacia él.
Todos se quedaron atónitos, no esperaban ver tal reacción del chico y mucho menos Aberforth.
-Baja la varita, James, vamos...- intentaba calmar su padre, pero éste no dejaba de mirar seriamente hacia el Slytherin y tampoco dejaba de apuntarle.
-Ni se te ocurra hacerle daño a mi padre- apuntó Scorpius a su compañero.
-¡Tu padre es un traidor! ¡Tiene la marca!- miró hacia el hijo de Malfoy.
-¿De qué marca estás hablando?- lo tomó Harry de los hombros, ya que había bajado su varita.
-Es esa marca... La que sueño todas las noches...- comenzó a llorar y abrazó fuertemente a su padre.
Draco sintió vergüenza, aunque ya no existiera Voldemort, la marca tenebrosa aún permanecía intacta en su antebrazo derecho y nunca tuvo valor de mirarla... Tampoco se la mostró a nadie después de aquella batalla, ahora que había pasado esto, se sentía como antaño... Un traidor.
Hermione fue hacia su marido y lo tomó del brazo, cuando descendió su delicada mano hacia la de éste, sintió que estaba helado.
-Draco... ¿Estás bien?- le murmuró la castaña con una mirada preocupada.
-Sí, claro- fingió con una leve sonrisa y se dirigió hacia su hijo.
-Draco, yo...- intentaba explicarse Harry, pero éste negó con la cabeza y manteniendo aquella misma sonrisa.
-Tranquilo, no pasa nada- se limitó a decir y guió a Scorpius hacia la salida del despacho, tenía que hablar con él. Hermione quiso acompañarlos, pero Draco le explicó que debía hablar con el muchacho sobre el asunto y ésta respetó la petición de su pareja.
Ya sin Draco y Scorpius, todos mantuvieron la calma y volvieron a retomar la conversación.
-James, necesito que me expliques qué fue lo que pasó en el tren y por qué has apuntado hacia Draco Malfoy- le pidió Harry una vez más.
-No puedo, no me creeríais- bajó la mirada, desilusionado.
-¿Por qué piensas eso?- le preguntó intrigado.
-Porque he visto a alguien que sé que está muerto- desramó unas pocas lágrimas.
-¿A quién has visto?- insistió.
-A Morfin Gaunt... Tenía la misma marca que sueño todas las noches, es la misma que lleva Malfoy- respondió, pero ahora estaba más asustado que antes.
-¿Marca? ¿Qué marca?- preguntó Hermione aún más preocupada.
-Tú la conoces, sabéis qué marca es... La encontré una vez en los periódicos que guardabais. La noche que soñé con ella, la busqué por todas partes y la encontré en el periódico- confesó.
Guardaron silencio,no sabían qué decir.
-¿Cómo sabes que Malfoy la tiene? Jamás la ha enseñado- dijo Bill Weasley.
-Porque lo vi en mis sueños, vi cómo dejaban que le hicieran esa marca en el brazo- miró a su tío.
-Morfin Gaunt está muerto, como Voldemort... Y Draco es inocente, no tiene nada que ver con todo esto- comenzaba a llorar la castaña, no quería creer que la historia fuera a repetirse.
-Hermione...- la abrazó Ginny.
Las cosas no podían ponerse más tensas, así que volvieron a guardar silencio para meditar en todo esto que les había contado el joven Potter. No parecía que se lo estuviera inventando, era imposible que supiera lo de Draco Malfoy y lo del tren... No estaban muy seguros de qué fue lo que pasó, pero estaban asustados con respecto al tema de la muerte de Morfin Gaunt.
-Será mejor dejarlo por ahora, estoy seguro que no se volverá a repetir lo de hace varios años ya... Está claro que no debemos bajar la guardia, pero os puedo asegurar de que Morfin Gaunt ha muerto y que Voldemort no regresará, jamás- concluyó la conversación el director Dumbledore, bastante seguro de lo que estaba diciendo.
Tanto los padres, como los muchachos, confiaron en las palabras del anciano y no objetaron nada más.
Hasta que alguien llama a la puerta, era McGonagall.
-Siento interrumpir, pero ya casi es la hora de la ceremonia señor director- no parecía saber de qué se había hablado, pues parecía estar serena.
-Vaya, es cierto. Gracias, profesora- sonreía, fingiendo que no había pasado nada.
Todos fueron saliendo del despacho, sin comentar nada de lo ocurrido y actuando con cierta normalidad.
Al bajar las escaleras, Hermione vio a su marido e hijo en el pasillo, hablaban en voz baja y apenas pudo saber de qué hablaban realmente.
Cuando llegó hasta ellos, tomó la mano de su marido y miró con una tierna sonrisa a su único hijo.
-Ya casi es la hora de la ceremonia, ¿estás preparado?- le preguntó su madre.
-Creo que sí- medio sonrió.
-Y recuerda, no importa la casa en la que estés ni tampoco lo que opinen los demás- explicaba su padre- Las cuatro casas pertenecen a Hogwarts y son respetables, sean cuales sean-.
El chico asintió, pero ya no sabía si fiarse de los Potter, no podía olvidar el hecho de que James actuara contra su padre y de que lo acusara de traidor ante todos. Scorpius conocía a su padre, era cierto lo que le contó acerca del pasado, pero ya Draco había remendado ese error y ya no se tendría que volver a hablar de ello.
Sin embargo, la actitud de James le había demostrado una gran inseguridad ante su amistad.
Ya solo faltaban cinco minutos para la gran ceremonia del nuevo curso, donde los nuevos alumnos y alumnas serían seleccionados para una de las cuatro casas de Hogwarts: Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin.
Hoy día, ya no existía tanta rivalidad entre ellos, a pesar de las diferencias. Todos compartían compañerismo, amistad, unión y respeto.
Dichos valores, los había inculcado el Director en el último año de los padres de muchos de aquellos alumnos y aún permanece, gracias a que los antiguos alumnos han mantenido estas hermosas enseñanzas.
-¿Nervioso, Hagrid?- preguntaba el profesor Horace Slughorn mientras tomaba asiento en la enorme mesa del comedor.
-¿Nervioso? Tengo la piel como las escamas de un dragón, no he podido pegar ojo en varias semanas por este nuevo año... Sinceramente, no creo que sirva para ser profesor- se inquietaba el gigante.
El profesor de pociones comenzó a reír.
-Hagrid, tranquilo. ¿Qué miedo puedes tener? Lo harás muy bien, nadie conoce a las criaturas mágicas como tú, les enseñarás bien- intentó tranquilizar.
-No me refería a eso, tengo miedo de los alumnos... Espero que no hayan problemas con ellos...- aún recordaba lo mal que lo pasó en su primer año como profesor, cuando Draco Malfoy había provocado al hipogrifo que tanto apreciaba. No deseaba que aquello se volviera a repetir.
-No creo que pase algo así, amigo mío- siguió animando y éste parecía comenzar a relajarse, aunque no podía evitar sentir cierto temor.
Todas las mesas habían sido ocupadas por los alumnos de segundo, tercer, cuarto, quinto, sexto, séptimo y octavo año; los profesores también habían tomado sus asientos en la gran mesa, junto con el director. Estaban esperando a la profesorsa McGonagall con la gran fila de los nuevos estudiantes de primer año, hasta que consiguen hacer su aparición en el hermoso comedor.
Rose tomó la mano de su primo Albus, estaba algo nerviosa por lo de aquella tarde, no quería estar en Slytherin.
Cuando la profesora llegó hasta donde se encontraba el gran taburete con el viejo sombrero seleccionador, todos guardaron silencio y observaron con atención.
-Scorpius Hyperion Malfoy- nombró la profesorsa mientras miraba un viejo pergamino y sostenía el sombrero.
Éste no tardó en subir los escalones y tomar asiento, ella depositó dicho sombrero en la cabeza de éste y esperó.
-Vaya, vaya... Una mente llena de conocimiento, sí, con mucho potencial...- decía el sombrero- Sí, de acuerdo, te pondré en... ¡SLYTHERIN!-.
McGonagall tomó el sombrero y dejó que el chico fuera hacia la mesa de Slytherin con una sonrisa y contento de entrar en la misma casa que su padre.
-Clara Longbottom- llamó la profesora y volvió a repetirse la misma escena.
-Mmm... Una joven muy particular, interesante... Muy fuerte, sí... Bien, te pondré en ¡RAVENCLAW!- dijo en voz alta y la chica corrió hacia su mesa con alegría y acompañada de generosos aplausos.
-Albus Severus Potter- miró hacia el muchacho que aún permanecía nervioso.
Miró a Rose y soltó la mano de ésta, deseaba que ella entrara en la misma casa que él, pues siempre se habían llevado bien y nunca estaban separados del otro.
-¡Ja! Un Potter más- reía el sombrero- No esperaba encontrarme con otro joven Potter... Tienes los mismos conocimientos que tu padre, sí... Y cómo no, estás lleno de valor, como él. No cabe duda de que perteneces a... ¡GRYFFINDOR!-.
Éste suspiró aliviado y corrió hacia la mesa de los Gryffindor, donde estaban: James, Molly, Fred y Teddy Remus.
-Rose Weasley- llamó McGonagall y la joven pelirroja comenzó a temblar.
Sus cortos pasos habían llegado hasta el taburete y tomó asiento, deseosa porque acabara pronto. No le importaba si no entraba en Gryffindor, podría estar en Hufflepuff como sus primas: Victoire y Dominique; pero en Slytherin no, preferiría cualquier otra casa, a entrar en Slytherin.
-Vaya, otra Weasley... Está claro que eres bastante tozuda y competidora... Por no hablar de tu inteligencia, lo tienes todo para estar en... ¡GRYFFINDOR!- dictaminó el viejo sombrero y Rose se alegró grandemente de haber entrado en la casa que tanto deseaba.
Muchos alumnos estaban orgullosos de las casas a las que pertenecían, sin duda iba a ser un año maravilloso y mucho más para Rose y Albus, pues habían deseado con todo su corazón pertenecer a Gryffindor.
En la cena no se había mencionado nada con respecto a lo sucedido en el tren y tampoco comenzaron a comentar acerca de lo sucedido en el despacho, afortunadamente todo había quedado en un pequeño contratiempo y así se mantuvo, por orden de Aberforht Dumbledore.
FIN DEL CAPÍTULO
![]() |
SEVERUS SNAPE |
![]() |
CLARA LONGBOTTOM |
![]() |
SEVERUS SNAPE Y ABERFORTH DUMBLEDORE |
![]() |
FRED WEASLEY II |
![]() |
SCORPIUS HYPERION MALFOY |
![]() |
JAMES SIRIUS POTTER |
![]() |
ALBUS SEVERUS POTTER |
![]() |
DRACO MALFOY Y HERMIONE GRANGER |
![]() |
DRACO MALFOY |
![]() |
SCORPIUS HYPERION MALFOY |
No hay comentarios:
Publicar un comentario