Las aguas volvieron a su cauce tras la muerte definitiva de Lord Voldemort y el encarcelamiento de sus secuaces; aunque no todos celebraban tal acontecimiento... En una de las celdas más oscuras de la Prisión de Azkaban, un anciano mago había dado su último soplo de vida y sucumbió a la fría muerte.
Uno de los soldados que custodiaba dicha celda, sin esperarse el fallecimiento de su prisionero, abrió la roñosa puerta y se adentró hacia el encadenado anciano.
-Morfin Gaunt, ¿estás listo? Ha llegado el gran día- decía el guardia con una desagradable mueca en su boca. Estaba bastante animado, él llevaría al viejo Slytherin hacia el Gran Salón, donde moriría a manos de los dementores.
Sin embargo, para su fortuna, Morfin había muerto verdaderamente y no tardó en descubrirlo; pues se aproximó hacia éste e intentó tomarle el pulso.
Los castaños ojos del soldado se agrandaron en gran manera y tragó saliva.
-Maldito viejo- dijo entre dientes y sin salir de su desilusión.
Éste se incorporó y salió para llamar a uno de sus compañeros que se encontraba en el asolado pasillo.
-Edmund, ven, rápido- decía éste desde el umbral de la celda.
El joven guardia no tardó en acudir al llamado y se presentó ante él.
-Será mejor que avises al Ministerio, este desgraciado de Gaunt ha muerto- ordenó muy serio y el chico asintió, corrió hacia el pasillo y bajó hasta la gran entrada de la Prisión, para enviar el mensaje por medio de una grisácea lechuza.
Rápidamente, el plumado animal, se aventuró a atravesar la fría tormenta que estaba cayendo en aquel lugar con rumbo hacia el Ministerio de Magia.
En unas horas, la noche ya había tomado Privet Drive y una humilde familia de magos finalizaba los últimos retoques para una gran cena familiar.
Ginny Potter ya había preparado su famoso estofado acompañado de un delicioso puré de patata; estaba bastante ilusionada, pues por fin había llegado el undécimo cumpleaños de su segundo hijo, Albus Severus Potter (el que más se parecía a su padre, Harry Potter).
-¡Ya ha llegado papá!- dijo Lily Luna Potter (la hija pequeña de Harry y Ginny, 9 años).
Albus se asomó a la ventana, como su única hermana y no dudó en salir corriendo hacia la puerta, para recibirle.
-Feliz cumpleaños Al... ¡Ay!- gimió el patriarca tras recibir el fuerte abrazo de su segundo hijo.
-Harry, qué temprano has llegado hoy- dijo Ginny aún más contenta que antes.
Éste, sin dejar de abrazar a su cumpleañero, entró y cerró la puerta.
-Ron me ayudó a cerrar la tienda antes, perdona que no te avisara... Quise que fuera una sorpresa- explicó con una amplia sonrisa.
-Papá, qué temprano has vuelto- dijo James Sirius Potter (el primer hijo de éstos, 13 años).
El muchacho terminó de bajar las escaleras y saludó a su padre con un tierno beso en la mejilla.
-Será mejor que entres en la cocina, allí sentirás calor- murmuró Ginny, después de conseguir que los dos más jóvenes se despegaran de Harry.
Todos entraron a la cocina y el timbre no tardó en volver a sonar, James fue el que abrió y atendió al que llamaba.
-¡James!- se alegraba de verlo su primo pequeño, Hugo Weasley (9 años).
-Buenas noches familia- dijo un alegre Ronald Weasley mientras entraba hacia el salón y dirigía su mirada a la cocina.
-Buenas noches- saludó Alice, su mujer.
La familia Potter salió hacia el salón y saludó, cariñosamente, a tan queridos invitados.
-Feliz cumpleaños, Albus- murmuró Ron a su sobrino y le entregó un pequeño presente envuelto en papel de regalo de color rojizo.
-Felicidades- dijo Rose, una muchacha pelirroja y colmada de adorables pecas en su fina nariz. Ésta tenía la misma edad que Albus y se llevaba bastante bien con él.
A medida que iban pasando los minutos, el joven Albus había recibido varios regalos por parte de toda su familia y amigos de sus padres.
-¿Ya estamos todos?- preguntó Arthur Weasley.
-Aún falta Hermione- detalló Luna Lovegood.
-Es cierto, hace tiempo que no vemos a Hermione- decía Ron mientras miraba a su mejor amigo y cuñado.
-Es extraño, no nos ha enviado ninguna carta...- murmuró Harry y bajó la cabeza.
Todos los adultos se miraron entre sí, parecían comprender la tensión que había entre ellos con respecto a ese tema y guardaron el silencio por un momento.
-Sé que es incómodo hablar de esto, pero...- tragó saliva su amigo Neville- He leído que las cosas no les han ido nada bien a los Malfoy, ni a los Slytherin-.
Luna le dio un ligero golpe en el brazo y carraspeó, en seguida dejó de hablar y bajó la cabeza.
-Yo también he leído algo en el Profeta- confesó Ginny con cierto temor a la reacción de su hermano y marido.
-¿Cómo? ¿Todos habéis leído algo sobre los Malfoy y no me lo habéis dicho?- dijo Harry un poco exaltado.
-Lo cierto es que... Bueno, no queríamos preocuparte- murmuró Ron.
-Pero ella es mi amiga también, ¿cuándo me lo ibais a decir?- se levantó de su asiento y dedicó una mirada a cada uno, salvo a los jóvenes magos que jugaban en el piso de arriba con el cumpleañero.
Arthur Weasley fue hacia su yerno y posó su mano en el hombro de éste.
-Harry, no lo hemos hecho con mala intención... Es solo que pensamos que esto no te convendría leerlo- explicó éste con una mirada triste.
Esto preocupaba más a Harry, ¿qué habían leído? ¿Qué le pasaba a Draco y a Hermione? Fuese lo que fuese, deseaba leerlo y apoyar a sus amigos en lo que fuera necesario.
-¿Qué es lo que les ha pasado?- rogó con esa mirada llena de miedo por lo que pudiera haber pasado.
-Está bien- suspiró su suegro y le ofreció asiento, éste no tardó en aceptarlo y en seguida prestó atención.
Todos tomaron asiento y tragaron saliva, por mucho que lo hayan leído en los periódicos, aún no se lo acababan de creer.
-El caso es, Harry, que Draco había sido mortífago, como Lucius... Y a pesar de que haya colaborado con la lucha contra Voldemort...- hizo una leve pausa- Han ido a encarcelar a todos los que hayan sido mortífagos, incluyendo a Severus, Lucius y Draco-.
-¡¿Qué?! Pero... Eso es injusto, ya se había hecho un juicio sobre eso, ¿por qué han vuelto a lo mismo? Hace 11 años que se aclaró todo eso- se indignó.
-No lo sabemos tampoco, solo podemos imaginar que es por lo ocurrido ayer en Azkaban- declaró su pelirrojo amigo.
-Sí, la verdad es que nos hemos quedado indignados con eso- intervino George.
-¿Qué es lo que pasó en Azkaban?- preguntó Harry, aún más intrigado.
-Morfin Gaunt ha muerto, Harry... Murió antes de que se cumpliera su condena de muerte por medio de los dementores- respondió Arthur.
Harry se extrañó, ¿qué tendría que ver eso con los mortífagos que habían renunciado su fidelidad a Voldemort?
-Creo que deberíamos dejar ese tema, esto no nos está ayudando y hoy es el cumpleaños de nuestro querido Albus- defendía Molly, aunque los años hubiesen pasado, no había cambiado en absoluto.
-Mamá tiene razón- le decía Ginny mientras tomaba la mano de su esposo y mostrándole una preciosa sonrisa llena de esperanza.
Éste besó la mano de la pelirroja y se levantó de su asiento, dispuesto a llamar a los pequeños y celebrar el cumpleaños de su hijo.
Sin embargo, todos quedaron petrificados al oír sonar el timbre.
Todos se miraban, ¿quién más estaba invitado?
-¿Esperas a alguien?- miró Ginny a Harry, pero éste le respondió negando con la cabeza.
Volvieron a tocar, pero ninguno sabía si abrir...
-¿Acaso no vais a ver quién es?- preguntó James, el hijo mayor de los Potter.
-Voy yo- corría Lily.
-Espera, Li...- iba a a tomarla del brazo su madre, pero justo había abierto la puerta y no pudo gesticular palabra al ver de quiénes se trataba.
Todos se alegraron de verlos, ¡eran Draco y Hermione!
-Hola a todos- murmuró la castaña con una sonrisa llena de emoción por volverlos a ver.
FIN DEL CAPÍTULO
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