Entonces, de entre los árboles aparece una lechuza parda con un pequeño puñado de cartas sujetas por un ligero cordón.
Longbottom comienza a escarbar en su albornoz de color oscuro, buscando la propina para el animal mientras éste descendía hasta el buzón de correos de la casa.
La lechuza no paraba de emitir pequeños chillidos a Neville y sin moverse de su posición.
-Sí, sí... Ya te he oído- se quejaba éste ya con la propina en mano.
Tomó las cartas y depositó un par de monedas en el pequeño saco que llevaba el plumado animal.
-Anda, lárgate- resopló Neville, no le gustaba esa lechuza en particular... Siempre le picoteaba las manos si recién se había desayunado sus tostadas de mermelada de fresa o incluso le tira el correo en algunos de los árboles de la urbanización.
La lechuza no tardó en prender el vuelo, dejando la casa de la familia Longbottom.
Cuando el padre de familia entra a su casa, Luna aparece con un pequeño sobre de color blanquecino.
-¿Cómo es que tienes ese sobre? Acabo de recoger el correo- se extrañó Neville.
-No lo sé. Me lo encontré en la almohada de nuestra cama- explicó ésta con un tono tranquilo.
-¡Esa lechuza! ¡Ya es el colmo!- ya estaba dispuesto a salir con su varita para hechizar a dicho animal, pero su mujer lo detuvo llamándolo por su nombre.
-Ella no ha traído esta carta- continuó mientras él se volteaba hacia Luna- Nos la envía Harry, dice que Dumbledore se reunirá con nosotros en el partido de Quidditch de esta noche-.
-Pero si no tenemos las entradas- dijo Neville mientras buscaba entre tanto correo que tenía en sus manos.
-El señor Weasley las tiene, solo tenemos que ir a su casa esta tarde- concluyó Luna y alzó sus azulados ojos a las escaleras que daban a las habitaciones, pues Clara ya estaba preparada para comenzar el nuevo día y bajaba mientras leía una novela mágica donde las páginas cobraban vida manifestándose al exterior, por ejemplo: una mesa que contenía un libro abierto, salía del libro y los que allí estaban podían verlo como si lo estuvieran leyendo.
-Clara, esta tarde iremos a la casa de la familia Weasley- continuó Neville mientras abría una de las muchas cartas que tenía- Iremos a ver un partido de Quidditch-.
-¿Hoy no jugaba Inglaterra contra Holanda?- preguntó Luna muy interesada.
-Sí, así es- éste parecía haberse emocionado al recordar que hoy jugaba Inglaterra, por lo que corrió a su habitación para escoger todo lo necesario para animar a su equipo.
Mientras tanto, en Hogwarts, unos acelerados pasos llegaban hasta el despacho del director Dumbledore.
-Severus- llamó McGonagall y éste volteó.
El profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras miró hacia la profesora y observó que llevaba un viejo pergamino en sus blanquecinas manos.
-Ahora mismo no tengo suficiente tiempo, profesora- intentó continuar.
-Insisto- consiguió llegar hasta él.
Snape volvió a mirar aquel pergamino y depositó sus oscuros ojos a McGonagall.
-Acabo de encontrar esto clavado en la puerta de su clase, ¿tiene una idea de quién pudo ser?- lo miró preocupada.
Éste tomó dicho papel y comenzó a leer:
El heredero de Slytherin ha sido manifestado,
su deber será proteger lo que ha de ser escondido...
Pronto se alzarán nuevos herederos y la profecía se
cumplirá ante los ojos de toda criatura mágica.
Esta noche, la luna brillará por completo, pero dos
oscuras sombras se apoderarán del Castillo.
McGonagall lo había leído varias veces, pero no pudo reconocer la letra y tampoco ha comprendido con exactitud todo el mensaje.
-¿Qué significa esto, Severus? Debería decírselo al director- estaba muy asustada.
-Se trata de una travesura, no le de importancia. No es necesario alertar al director de esto- concluyó y continuó su camino, pero llevó consigo el pergamino que le había dado la profesora.
Ella no se había convencido del todo, pero tampoco insistió más... Aunque esta vez estaría más atenta a lo que pueda pasar.
Finalmente, Snape consiguió llegar al despacho y como esperaba, el director estaba sentado en su sillón buscando información acerca de la leyenda de la familia Black.
-¿A qué se debe tu visita, Severus?- le preguntó sin levantar su vista de todos los libros y documentos que invadían su pequeña mesa.
-He recibido esta nota por parte de Draco Malfoy- dijo con una pizca de esperanza.
Dumbledore dejó de buscar entre sus papeles y miró a su profesor de Defensa.
-¿Cómo es posible? Entonces, ¿aún están vivos?- se levantó de su asiento y caminó hacia donde se encontraba Snape.
-Así es. Presiento que esta misma noche conseguiremos verlos- le entregó la nota y dejó que la leyera.
Después de un momento de silencio, Aberforth dirigió su mirada a éste, aún sin salir de su asombro.
-Severus, necesito que te quedes aquí y los esperes. Yo he de reunirme con Harry y el resto... Debemos adelantarnos a los acontecimientos- le entregó el pergamino y volvió a su asiento.
-Si aparecieran esta noche, ¿qué debo de decirle?- guardó el viejo papel en su capa oscura.
-Dile la verdad, pero sobretodo, llévalos a un lugar seguro... Estarán buscándolo- concluyó y dejó que éste saliera del despacho para continuar con su misión.
Ajeno a todo esto, Scorpius comenzó a bajar las escaleras cuando en una de las habitaciones escuchó a los adultos hablar de algo que le había llamado la atención.
-No podemos decirle nada... Solo tiene 11 años- explicó Ginny.
-Sé que solo tiene 11 años, pero yo con su edad quería saber qué era lo que estaba pasando a mi alrededor- defendía Harry.
-Aún así, Ginny tiene razón- comentó Arthur, sabía de la experiencia de su yerno, pero comprendía que aún el chico era muy joven.
-Eso no es justo...- suspiró Harry mientras se sentaba al borde de la cama.
Scorpius no salía de su asombro, estaban hablando de su situación y nadie se había dignado en decirle algo.
Pero en ese momento, los instrumentos de limpieza fueron subiendo por las escaleras, cumpliendo con su orden de dejar la casa como los chorros del oro.
La fregona tropezaba con el joven Slytherin y como había dejado los escalones mojados, éste resbaló y rodó un par de escaleras abajo.
Todos salieron a ver qué había pasado y por fortuna, Scorpius se había levantado con rapidez y salió a jugar con los demás jóvenes al jardín.
-Creo que alguien estuvo escuchando tras la puerta- señaló Alice al ver la fregona en el suelo.
-Oh, cielos... ¿Y ahora qué vamos a hacer? ¿Quién pudo ser?- se preocupó Molly Weasley.
-No lo sé- murmuró Harry.
Todos estaban muy nerviosos, uno de los chicos había estado escuchando la conversación que habían tenido en la habitación, pero no sabían de quién se trataba y tampoco qué es lo que había oído realmente.
Sin embargo, los adultos fingieron comportarse como si no hubiera pasado nada.
Ya en la noche, toda la familia y amigos quedaron en verse en el gran descampado donde se encontraba el grandioso estadio de Quidditch. Scorpius iba callado y pensativo, hasta que Albus da con él.
-Has estado muy ausente- murmuró el joven Potter.
-Lo siento, estaba pensando- lo miró con una tierna sonrisa.
-Oye, sé que no estarás pasando un buen momento, pero quiero que sepas que aquí nos tienes para lo que sea- le dio unos ligeros golpecitos en el hombro y éste rió, agradecido.
-Bueno, bueno, ¿alguien puede decirme a qué viene esas caras?- bromeaba Fred mientras se apoyaba en ambos chicos.
-Sí, parece como si hubieseis visto a un fantasma- le seguía la broma su primo James.
-¿Un fantasma?- Albus no entendía de qué iban.
En ese momento, ante ellos aparece un horrible ser de colores muy oscuros y ojos rojos.
Los dos chicos se impresionaron, hasta que ven aparecer a Teddy atravesando el fantasma y recogiendo un objeto con forma esférica mientras reía a carcajadas.
-No ha tenido gracia- dijo Albus.
-Ya lo creo, ¿en serio creíais que era de verdad? Vamos, si es una bomba crea-luciones de la tienda de broma del tío George- explicó James.
-¿Una bomba crea-luciones?- preguntó Scorpius intrigado por saber más.
-Sí, hay distintas bombas. Hay una con forma de escorpión gigante, otra de una plaga de arañas... Em... Un troll y...- intentaba hacer memoria el pelirrojo de Fred- Ah, sí, también tenemos bombas que se transforman en un dementor-.
-¡¿En un dementor?!- se impresionó Albus.
-Sí, pero mi padre solo me deja coger las más simples...- resopló.
Ya habían llegado a la planada donde se encontraba una gran multitud de magos y brujas preparando sus tiendas, para luego ir a ver el gran partido que se presentaba en esa noche.
Los padres preparaban las tiendas y obligaban a sus hijos a colaborar, mientras que las madres se encargaban de desempacar todo para luego preparar la cena.
Scorpius iba hacia los demás chicos para ayudarlos, pero se tropieza con Rose que iba hacia las chicas.
-Lo siento- dijo éste mientras se hacia a un lado y ella negó con la cabeza.
-Tranquilo- medio sonrió y aceleró sus pasos hacia su madre.
El chico se quedó mirando a la pelirroja algo extrañado, normalmente "discutían" por casi todo...
Entonces, sin esperarlo, cuando voltea para continuar su camino hasta los demás, se aparece una muchacha de cabello rosa y ojos violeta.
Se sorprendió al verla.
-¿Anna?- sonrió al reconocerla y ella también dibujó una dulce sonrisa.
-Hola Scorpius, no esperaba verte aquí- saludó con un tierno abrazo y éste se ruborizó.
La mayoría de la familia presenció la escena, sobretodo la pelirroja.
-Vaya, creo que te quieren quitar a tu novio, Rose- murmuró Lily.
-No es mi novio- dijo un poco enojada y al ver que ya habían puesto la tienda, decidió entrar con un par de bolsas a la pequeña cocina.
Victoire se percató del comportamiento de su prima y fue a dar con ella.
Rose no la esperaba en absoluto, por lo que se quedó aferrada en la despensa mientras colocaba la comida y los objetos de cocina.
-¿Estás bien?- le preguntó mientras le alcanzaba las cosas.
La pelirroja miró hacia ella y asintió.
-Entonces, ¿por qué siento que no estás de humor?- insistía y ésta cada vez se ponía más tensa.
-¿Acaso tengo que estar riéndome siempre?- dejó lo que estaba haciendo y entró en una de las habitaciones.
Victoire comprendió lo que estaba pasando y medio sonrió a la vez que se aproximaba a ella.
-Rose, dime la verdad, ¿estás enojada?- se sentó al borde de la cama en la que se encontraba su prima y comenzó a acariciarle el cabello.
-Sí... Un poco, nada más- susurró y sin darse la vuelta, seguía acurrucada.
-Entiendo. Nadie puede mandar en el corazón, es muy difícil llevarle la contraria- explicaba.
-¿Cómo puedes decir eso? Tú y Teddy sois novios y os queréis- mantenía la misma postura.
-Sí, es verdad. Pero no fue nada fácil... Yo estaba enamorada de él, pero Teddy no sentía lo mismo por mí- confesó con cierta tristeza y Rose volteó para sentarse a escuchar con más atención.
-No me lo creo, si ahora mismo él no puede hacer nada si no estás tú- le costaba entenderlo.
Victoire rió levemente y depositó sus cristalinos ojos en ella.
-Fui yo la que se le declaró y él me había rechazado- continuó- Pensé que yo fui una estúpida por declararle mis sentimientos... Sin embargo, cuando estuvimos en nuestra primera clase de vuelo yo no supe cómo aterrizar y me escoba enloqueció-.
-Y él fue a ayudarte- quiso ayudar en la historia.
-No. La escoba que yo había cogido era para uno de los chicos de Slytherin que se había metido con él y yo no lo sabía, por lo que cogí la escoba que él había hechizado- dijo con un tono un poco enojado.
-Solo cuando ya me encontraba en la enfermería, Teddy vino a disculparse conmigo y me confesó la verdad- dibujó una sonrisa más satisfactoria- Pero le dije que no lo iba a perdonar porque quería hacerle daño al chico que más me gustaba de la casa Slytherin-.
-¿Te gustaba el otro chico?- se quedó perpleja.
-Claro que no, le mentí y él se puso muy celoso. Solo entonces, confesó que yo le gustaba y que quería que yo fuera su novia- concluyó su historia y continuó guardando las cosas.
Rose meditó por un momento.
-Sabes lo que tienes que hacer, ¿verdad, Rose?- preguntó Victoire.
-¿Tengo que decirle que me gusta otro chico?- no entendía nada.
-No, tienes que declararte. Dile lo que sientes- continuaba- tal vez no seáis novios, pero por algo se empieza-.
En ese momento, dejan la conversación y ven entrar a todos con sonido de bocinas y gorros de Inglaterra.
Scorpius y Albus reían mientras comentaban cosas, mientras que Rose se quedaba pensando en la conversación que había tenido con su prima mientras miraba a su compañero Slytherin.
Mientras tanto, en Hogwarts, dos encapuchados se aproximaban a paso ligero.
El profesor de Defensa contra las Artes Oscuras se acerca a ellos y con la varita en mano, por si se trataba de una trampa.
-Quitaos las capuchas- ordenó éste mientras los apuntaba y ellos accedieron a la orden, lentamente se quitaron la capucha y la luna reflejó sus rostros.
Eran Draco y Hermione Malfoy.
-Revelar- hechizó Snape para comprobar que no se tratase de unos impostores, pero efectivamente eran ellos.
-Ahora debemos escondernos, no ha sido fácil llegar hasta aquí- susurró Draco y éste los dejó entrar de inmediato.
¿Cómo habían logrado escapar? A lo mejor los habían liberado para encontrar a Scorpius o tal vez en una oportunidad pudieron huir... Fuera cómo fuera, debían darse prisa en dar con el chico.
FIN DEL CAPÍTULO
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SEVERUS SNAPE |
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DRACO Y HERMIONE MALFOY |
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SCORPIUS HYPERION MALFOY |
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ROSE WEASLEY |
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