miércoles, 16 de julio de 2014

DRAMIONE FOREVER!

Hola a todos, quiero compartir con ustedes este vídeo que encontré en YouTube de alguien que lo ha hecho de maravilla. Quiero agradecer a esa persona por el esfuerzo que ha puesto en él para que todos podamos disfrutarlo.
Espero que os guste y saludos:

https://www.youtube.com/watch?v=9rRmXu1Sao8

Lo siento, no puedo subirlo... Así que os envío el enlace de YouTube y así veis quién lo subió ^^ je je je. Disfrutadlo.

15. De compras por el Callejón Diagon.

Otro día lluvioso comenzaba en todo el país, también acompañado de tormenta. El colegio estaba a punto de empezar para todos los niños muggles y los últimos días que podían disfrutar de “libertad”, se las pasaban encerrados en sus casas o en clases particulares debido a la pequeña tormenta que se había establecido en todo el lugar.
Sin embargo, no todos los niños estaban molestos a estos cambios climáticos, pues los jóvenes magos podían aprovechar para comprar en el Callejón Diagon y ver el espectáculo de hechizos meteorológicos que iba haber ese mismo día.
Harry y Ginny llevaron a sus 3 hijos a comprar el material escolar con los Malfoy.
El Callejón Diagon estaba repleto de magos y brujas vestidos con túnicas y ropas largas de distintos colores oscuros. Casi todos llevaban paraguas y al estar repleto de gente, muchas veces les costaba avanzar debido a dichos objetos que se chocaban entre sí.
Lily tomó la mano de Scorpius y éste miró hacia la joven bruja que iba a comenzar su primer año en Hogwarts y ella le sonrió amigablemente.
-Vaya, vaya, me parece que alguien tiene nueva novia- burlaba James.
-James- llamó la atención su padre.
-No es verdad, solo veo a Scorpius como un hermano más. Además, él es el novio de Rose- reía la pequeña pelirroja.
Todos miraron hacia el joven Slytherin muy sorprendidos y él negaba.
-No, eso no es verdad- miró a la niña con desconcierto.
-¿Es que no sois novios?- le preguntó la niña un poco más seria.
-¿Por qué dices eso?- no comprendía por qué decía ese tipo de cosas.
En ese momento, un fuerte trueno resonó en el gran Callejón y todos alzaron sus ojos hacia el cielo, todo estaba oscuro y llovía fuertemente.
Entonces, de la nada, aparecen dos escobas que sobrevolaban y burlaban a los rayos que sobresalían de las inmensas nubes.
Uno de ellos lanzó un hechizo a uno de los rayos y lo cambió de forma y color.
-¡Es una lechuza!- se emocionaba la pequeña Lily al ver aquel espectáculo tan mágico.
El cielo negro fue tornando en varios colores y formas, debido a los hechizos de los dos magos enmascarados que volaban sobre sus escobas.
Todos los presentes, nunca habían visto un número así en siglos, hasta ese día.
-Es precioso, ¿verdad?- preguntó Clara Longbottom que justo había dado con sus amigos y compañeros.
-Hola Clara- la abrazó Lily y ésta correspondió al gesto.
-Harry, Ginny- saludaba Neville mientras aguantaba varias cajas y otros objetos que había comprado de material escolar para su hija.
-¿Cómo estáis?- preguntó Harry a la vez que ayudaba al pobre Longbottom.
-No teníamos intención de venir, pero Neville quería ver el espectáculo de rayos- explicaba Luna con una sonrisa.
-Draco, Hermione, pensé que vosotros tampoco ibais a venir- confesó Neville.
-La verdad es que teníamos pensado no venir, pero tampoco podemos estar encerrados siempre- respondió Hermione mientras caminaban por las estrechas calles.
En ese momento, en la tienda de George Weasley, aparece Hugo y Ron con varios artículos de broma que escondían en secreto.
-¿Acabamos de presenciar un delito?- burlaba Draco al acercarse hacia éstos.
-¿Qué dices? Lo he pagado con mi dinero- al pelirrojo no le hacía ninguna gracia los comentarios de éste.
-Vamos, Ronald, es solo una broma- reía Hermione mientras le daba un beso en la mejilla.
-Tío Ron, se te olvida la...- decía Fred mientras llevaba en sus manos lo que parecía una especie de libro.
-Ah, sí, gracias Fred- tomó rápidamente lo que tenía su sobrino y fingió no darle más importancia.
Entonces, Alice y Rose aparecen con varios paquetes y libros para Hogwarts. La pelirroja pensó que la cara se le había vuelto como un tomate al ver que Scorpius depositó sus ojos en ella y volteó su rostro a otro lado. El joven Slytherin la notó extraña desde la última vez que se vieron aquel día, cuando Rose le había enviado aquella nota para verse en el pequeño parque.
Los adultos se saludaban y hablaban entre sí, apenas prestaban atención lo que pasaba entre los dos jóvenes.
Lily advirtió a los demás chicos que los dejaran solos y así hicieron, aunque aprovechaban para escuchar.
Scorpius y Rose iban al final del grupo, pero a duras penas se miraban y mucho menos decían nada.
-¿Cómo estás?- Scorpius quería romper el hielo de algún modo. Él no sabía el por qué del comportamiento de Rose y tampoco supo qué pasó realmente para que hubiera tal distanciamiento entre ellos.
-Bien, ¿y tú?- respondió rápidamente y sin mirarle.
-No me quejo- murmuró y miró hacia ella, pero la pelirroja se mantenía firme.
Abundaba el silencio y éste quiso tirar la toalla, pero antes quiso preguntar algo más.
-¿Qué te pasó? Aquel día estuviste extraña y...- fue interrumpido por la mirada de su compañera.
-Ya te lo dije, no fue nada- respondió con un tono arisco.
-Mientes, sino no me habrías enviado aquella nota por la mañana tan temprano y con aquel mensaje que no...- suspiró- ¿Acaso te he hecho algo que te haya molestado?-.
Rose bajó la mirada e intentó no perder los nervios, debido a los celos que aún tenía.
-Estoy bien, en serio- medio sonrió y le dedicó una mirada menos enojada.
Volvió el silencio.
El grupo se detuvo ante una tienda de túnicas y casi todos entraron, menos Fred, Teddy y James.
Los demás deseaban espiar como ellos, pero éstos se lo impedían con la excusa de que no fueran delatados por los adultos y los más jóvenes accedieron a regañadientes.
Rose se detuvo ante un escaparate que vendía bisutería mágica para todas las edades y Scorpius se quedaba mirándola a unos cuantos metros.
Tomó la iniciativa de volver a intentarlo antes de irse con los demás chicos.
-Weasley, dijiste que me considerabas como un buen amigo y compañero, ¿aún sigue siendo así?- le preguntó con un tono de voz algo bajo mientras miraba el mismo escaparate que ella.
Rose lo miró sin percatarse de que se le había escapado un par de lágrimas y volvió a bajar la mirada a un pequeño collar que le había llamado la atención.
-¿Qué decía la carta?- preguntó con voz entre cortada.
-¿Carta? ¿Qué carta?- la miró extrañado y sin querer se fijó en cómo ella se secaba rápidamente las lágrimas y miró a otro lado.
-La carta de Anna White, ¿ya se te olvidó?- dijo con un tono un poco más firme.
Scorpius se acababa de acordar de aquello.
-Vaya, no me acordaba de eso... No, no la he leído- miró hacia ella y ésta hacia él.
Rose no supo por qué, pero no pudo evitar el sentir cierta alegría al oír aquello. Scorpius no se había acordado de la carta que le había enviado su compañera de Ravenclaw y medio sonrió, aunque no podía alegrarse del todo porque aún no sabía qué contenía aquella carta.
-Entonces, ¿todo esto es por una simple carta?- aún no entendía nada.
-¿De qué estás hablando? Yo no he dicho nada de eso, solo te he preguntado qué decía la carta, nada más- fingió estar enojada y continuó hasta una tienda que vendía ancas de ranas, colas de ratas y otro tipo de ingredientes para pociones.
James, Teddy y Fred se acercaron a Scorpius.
-Cómo son las chicas, nunca sabes qué es lo que tienen en mente- dijo Teddy al apoyarse en el hombro del joven Slytherin.
-¿De qué estáis hablando?- éste los miró con incertidumbre.
Los tres se miraron entre sí y voltearon hacia él.
-¿De verdad no tienes ni idea de lo que estamos hablando?- aún no se creían que Scorpius no se haya percatado del extraño comportamiento de Rose.
El chico negó con la cabeza, pero no pudieron continuar con la conversación, ya que justo habían aparecido los adultos con los demás jóvenes.
Cada vez hacía más frío, el viento empujaba con más fuerza en cada esquina del Callejón y algunos magos se cubrieron los rostros, algo no iba bien.
Los dos magos que sobrevolaban el cielo no pudieron mantener la posición en el cielo y uno de ellos caía en picado.
-Aresto Momentum- dijo Harry que había sacado su varita de inmediato para ayudar aquel mago.
Afortunadamente, no salió herido y llegó sano y salvo al suelo, sin embargo todos debían huir.
Todos empezaban a correr, en milésimas de segundos y formando una gran avalancha de personas. Rose no podía llegar hasta donde estaban los demás debido a que la gente la presionaba y la alejaban de su camino.
-¡¡Ayuda!!- gritaba amargamente mientras alzaba sus manos hacia sus padres que se encontraban lejos de ella.
Harry, Draco y Ron se quedaron en aquel lugar para intentar llegar hasta la joven pelirroja mientras los demás escapaban agarrados de manos.
Rose intentaba avanzar con todas sus fuerzas, pero seguían arrinconándola más y más, pero en ese momento alguien la agarra de la mano con fuerza.
Sus manos eran frías como la nieve, pero tenían mucha fuerza.
-¿Malfoy?- se sorprendió de verlo frente a ella y sin soltarle la mano.
-Tenemos que salir de aquí o nos escacharán- le explicó mientras la abrazaba frente así y se aferraba a una de las paredes de una tienda.
Los 3 padres intentaban visualizar dónde podía estar la muchacha, sin saber que Scorpius corrió para dar con ella.
Poco a poco, la multitud fue desapareciendo y éstos aprovecharon para correr hasta donde habían visto a Rose por última vez.
Sin embargo, no la encontraron por ninguna parte.
-¡Estaba aquí! ¡¿Dónde está?! ¡Si estaba aquí!- Ron estaba muy nervioso y no hacía sino caminar de un lado a otro, mirando cada rincón del Callejón.
-Ron, tranquilo, encontraremos a Rose...- intentaba animar Harry mientras lo agarraba del hombro.
-¡Draco, ¿dónde está Scorpius?!- gritaba Hermione, había perdido a su hijo entre la confusión.
-¿Qué? No... No me digas que...- Draco corrió más adentro del Callejón Diagon, esperando encontrar a ambos jóvenes.
Sin saber que éstos habían logrado llegar hasta el Callejón Nocturne, igualmente asolado y abandonado por el mal tiempo que había pasado recientemente.
Scorpius no soltaba la mano de su amiga mientras bajaba por unas escaleras que lo llevaban aún más lejos del Callejón Diagon.
-Malfoy, no podemos estar aquí... Está prohibido que entremos al Callejón Nocturne- le susurraba Rose con cierto miedo mientras miraba de un lado a otro.
-Era la única manera de escapar de toda esa gente- le explicó con el mismo tono de voz que ella.
Los dos estudiantes miraban asombrados lo sucio que estaba todo y lo siniestro que reflejaba aquel lugar... Por no hablar de las lúgubres tiendas que poseía dicho callejón.
-Creo que ya podemos regresar... Ya no habrán tantas personas- se aferró al brazo de su compañero.
-Tal vez- la agarró con más fuerza y corrieron escaleras arriba, pero un hombre de capas negras interrumpió su paso.
Scorpius sacó su varita y apuntó hacia él mientras protegía a Rose.
-¿No sabe que los alumnos de 2º año no deben emplear la magia fuera de la escuela, señor Malfoy?- los chicos reconocieron aquella voz tan serena y pausada.
-¿Profesor Snape?- Scorpius bajó la varita.
Severus dejó ver su rostro ante éstos y los guió hasta el Callejón Diagon.
Se habían adentrado en aquel lugar sin saberlo, pero ahora ya no estaban solos.


FIN DEL CAPÍTULO

SCORPIUS MALFOY

ROSE Y SCORPIUS

ROSE WEASLEY Y CLARA LONGBOTTOM

ROSE WEASLEY

RON WEASLEY

LUNA LOVEGOOD

JAMES POTTER

HARRY POTTER

DRAMIONE


14. Celos.

El cielo se tornó gris aquella mañana de agosto, en la casa de la familia Potter se respiraba miedo... Sobre todo Hermione, ella no podía evitar el estar preocupada por su único hijo, Scorpius.
Aún eran las 6:00 de la mañana y no había dormido gran cosa desde que llegaron a Privet Drive. La castaña se encontraba sentada en la pequeña cocina de la casa mientras tomaba algunos sorbos de su té.
-No has dormido nada- murmuró Draco desde el umbral de la cocina.
-No puedo... Aún sigo dándole vueltas a lo de nuestro hijo- continuaba mientras suspiraba amargamente- ¿Por qué le ha salido la marca de Slytherin?-.
Draco no sabía cómo explicárselo de modo que no le hiciera daño, tomó asiento y cogió la mano de su mujer.
-La familia de mi madre, casi siempre, perteneció a la casa Slytherin... ¿Nunca has oído hablar del heredero de Slytherin?- decía con una voz apagada.
-Se supone que el único heredero de la casa Slytherin era Voldemort- meditó la castaña.
-Exacto, pero el heredero de la familia Black es Scorpius... Cada 100 años nace un heredero de nuestra familia, el cual debe de proteger...- silenció por un momento y bajó la mirada.
-Draco, ¿qué es lo que debe proteger nuestro hijo?- le agarró con fuerza su mano.
Éste la miró a los ojos y acarició su mejilla.
-Será mejor que no lo sepas, por ahora- le dijo no muy conforme con sus palabras, deseaba decírselo pero sabía que no era el mejor momento.
-Draco, por favor... Scorpius y tú sois lo más importante para mí- dejó escapar un par de lágrimas.
-Precisamente por eso, vosotros sois lo más valioso que tengo- medio sonrió y poco a poco fue acercándose hacia el rostro de ésta y ambos fueron cerrando sus ojos para sellar sus labios en un tierno beso.
Hacía tiempo que no se besaban con esa dulzura, hacía tiempo que los habían separado y no podían estar juntos.
Mientras tanto, en la habitación de los jóvenes magos, un pequeño papel con forma de gorrión apareció en la ventana y logró colarse por una pequeña abertura.
El gorrión reposó sobre Scorpius y éste abrió levemente sus grisáceos ojos al sentir algo sobre su blanquecina mano.
Se incorporó y tomó la nota, al abrirla se sorprendió de quién se trataba:

Hola, Scorpius
Te sorprenderá saber quién soy, el caso es que querría hablar contigo de algo que no puedo ocultar por más tiempo y mucho menos negar... O eso creo.
Sé que no nos hemos llevado muy bien que se diga, pero siempre he pensado en ti como un buen compañero y amigo... Te espero en el parque que está cerca de la casa de mi tío Harry.
Saludos.
Rose

Scorpius no podía creer lo que acaba de leer, pero prefirió dar con su compañera pelirroja antes de que se levantaran los demás y corrió a prepararse. Tomó unos pantalones de color oscuro y una camisa blanca. El chico no tardó en bajar las escaleras, pero se detuvo al oír a sus padres hablando en la cocina.
-¿Qué podemos hacer? Tarde o temprano, Morfin hallará la manera de dar con nuestro hijo- se lamentaba Hermione.
-No dejaremos que le haga nada, tranquila- intentó animar mientras la abrazaba con fuerza.
El joven Slytherin comenzó a ver la grandeza del problema, aunque no tenía claro qué tenía que ver él con ese hombre. Por un momento, meditó en la extraña marca que le había aparecido en su pecho e intentó comprender lo que significaba todo aquello.
Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos al oír a sus padres salir de la cocina y corrió a esconderse tras uno de los sillones del salón.
Pudo ver cómo subían por las escaleras hacia las habitaciones y aprovechó para salir hacia el parque.
Ya en aquel lugar, se encontraba una muchacha pelirroja con pantalones cortos de color blanquecino y blusa azul. Había cogido la escoba de su madre y sobrevoló sin el permiso de sus padres, por no decir que éstos no son conscientes de que ella se había escapado de casa.
-Weasley- la llamó Scorpius mientras llegaba hasta donde se encontraba ella.
-Hola...- murmuró un tanto entrecortada y mirando de un lado a otro, asegurándose de que vino solo.
-¿Te has escapado de casa?- se sorprendió de verla tan temprano y tan lejos de su casa.
-No... Bueno, sí- tragó saliva e intentó calmarse- Me escapé para hablar contigo- lo miraba con miedo.
-¿Hablar conmigo? ¿De qué?- se acercó.
-Bueno... Yo...- sentía pánico- Sé que no nos hemos llevado muy bien, pero creo que somos amigos...-.
-¿Estás bien?- sabía que estaba muy extraña.
Ella solo lo miró a los ojos mientras tragaba saliva y jugueteaba con sus finas manos.
-Lo que te quería decir es... Es que...- estaba a punto de declararse, pero justo ve llegar una lechuza con una carta para Scorpius.
El plumado animal dejó caer dicha carta en las manos de éste.
-¿Una carta de Anna?- se sorprendió, no esperaba recibir nada en ese día.
Rose sintió que algo se rompía en su pecho y prefirió guardar silencio.
-Luego la leo, primero estabas tú- guardó la carta en su bolsillo y miró a su amiga, pero ella no estaba muy dispuesta a confesarle lo que sentía por él.
-Lo siento, no era nada importante- se alejaba de éste y cuando consiguió alejarse de todos, tomó su escoba y a punto estuvo de prender vuelo, pero Scorpius la detuvo llamándola por su apellido.
-¿A dónde vas? Dudo mucho que no sea nada importante si has venido hasta aquí tan temprano y...- fue interrumpido.
-¡No es nada!- salió volando hasta desaparecer en las oscuras nubes y comenzó a llover.
Scorpius no entendía nada y mucho menos el por qué empezaba a enojarse por el comportamiento que acababa de tener Rose con él.
Caminaba hacia la casa de los Potter con la cara muy seria, no le importaba que se estuviera mojando, estaba sucumbido en sus pensamientos y en su enojo.
Mientras tanto, en las altas nubes y con lágrimas en sus castaños ojos, Rose no podía evitar el sentir celos por Anna. Aunque su compañera no tuviera culpa alguna, no podía dejar de sentirse así.
Desde su casa hasta Privet Drive le llevaba 3 horas en coche, pero en escoba y a la velocidad a la que iba solo tardaría casi 1 hora.
En casi todo el país llovía fuertemente, apenas podía ver tras las cargadas nubes hasta que descendió un momento para comprobar dónde se encontraba.
Efectivamente, aún llovía. Al descender, divisó la montaña donde se encontraba su pequeña casa y voló más velozmente bajo las nubes, ya que nadie podía verla.
Poco a poco, consiguió aterrizar tras su casa y guardó la escoba de su madre en el garaje que se encontraba fuera de la acogedora casita.
Justo cuando cierra la puerta del garaje, el gato negro que poseía su madre por herencia familiar, bajó del techo y Rose se asustó.
-Me has asustado- susurraba al animal.
-Entonces no te han prestado la escoba, ¿verdad?- murmuró el gato mientras se sentaba en la húmeda tierra.
-Es evidente que no- se enojaba ésta mientras caminaba hacia su casa.
-Rose, ¿a dónde has ido? Si tus padres se enteran...- lo interrumpió ésta.
-No se van a enterar, porque tú no les dirás nada- detuvo su marcha y lo cogió en brazos.
-Aunque quisiera, no podría- reía el animal mientras ella caminaba hacia el porche de la casa.
-No estoy de humor... Ese idiota- resopló ésta y se detuvo frente a las tres escaleras que la llevaban a la entrada.
Allí le esperaba su hermano pequeño de 10 años, Hugo.
-¿Hablando sola otra vez?- la miró de arriba a bajo.
-No hablaba sola, estaba hablando con Nerman- respondió con naturalidad y subió las escaleras para sentarse en el pequeño banco de madera de color claro.
-Eso es peor, los gatos no hablan- se sentó al lado de su hermana. Nadie podía hablar ni entender a Nerman, solo Rose podía hablarle y escucharle hablar. Desde que la pelirroja era pequeña, siempre tuvo esa habilidad de hablar con dicho animal.
-Al menos él es el único que me escucha- suspiró y bajó la mirada mientras acariciaba al gato.
-Eso no es verdad, yo te escucho- defendió el pequeño pelirrojo.
-Sí, pero a ti no puedo contártelo todo- se levantó para entrar en su casa, pero su hermano tenía algo que decir.
-Tampoco puedes contarme a dónde has ido y el por qué te pillé guardando la escoba de mamá en el garaje, ¿cierto?- dibujó una sonrisa traviesa y su hermana lo miró preocupada.
-Júrame que no les dirás nada, por favor- suplicaba con la mirada y en voz baja.
-Te lo juro si...- se puso a pensar y tras varios segundos- Si me dices a dónde has ido-.
Rose no podía contarle el motivo de su “escapada” a Privet Drive, sabía que le haría bromas y amenazas si le contaba la verdad.
-Solo quise practicar, Scorpius siempre me deja en segundo lugar...- mintió, pues el mejor con la escoba no es otro que su primo Albus y un compañero de Ravenclaw, Raimond.
-No me mientas- se puso frente a ella.
-Es la verdad- estaba asustada por si éste la delataba.
-¿Qué hacéis los dos fuera de casa tan temprano?- les interrumpió la ronca voz mañanera de su padre, Ron.
Los dos jóvenes miraron hacia él y entre balbuceos lograron esquivar la pregunta.
-Vamos, entrad- les ordenó mientras se rascaba el ojo derecho y cedía el paso a sus dos hijos.
Dentro de la casa, todo era acogedor y rústico. La cocina y el salón estaban juntos en la planta baja, mientras que las habitaciones se encontraban al final de las escaleras que habían entre la cocina y el pequeño salón.
Alice estaba arriba, ordenando su habitación y del cuarto de Hugo y Rose se podía apreciar cómo la ropa sucia de ambos salía de sus habitaciones y bajaban por las escaleras, flotando en el aire, hasta la cesta de la ropa que se encontraba encima de la mesa de la cocina.
La sartén estaba en el fuego, preparando un exquisito desayuno con baicon y huevos, mágicamente los instrumentos de la cocina se movían y hacían su trabajo.
Ron tomó la cesta de la mesa y la puso en el suelo cerca de la entrada, ya que la lavadora se hallaba en el garaje.
La ropa continuaba bajando, hasta dar con la cesta. Una vez que se había llenado, la puerta se abrió y la cesta se elevó para ir hasta el viejo garaje y la puerta se volvió a cerrar.
-Rose, ¿por qué tienes la ropa empapada?- la miró Ron mientras acercaba un pequeño plato a la tostadora que ya había comenzado a calentar las tostadas por sí sola.
-Es que... Salí a buscar a Nerman- mintió y le dedicó una mirada fulminante a su hermano pequeño.
Hugo se encogió de hombros y medio sonrió a su hermana.
-Odio a los gatos- refunfuñó Ron a la vez que tomaba las tostadas y las ponía sobre la mesa.
-Oye papá, ¿podemos ir a comprar algo en la tienda de tío George?- se entusiasmaba Hugo.
-¿Más artículos de broma?- preguntó con cierto tono insatisfecho su madre, Alice, que bajaba las escaleras con dos cartas de Hogwarts.
-¿Por qué no? George me dijo que le habían llegado productos de broma que estaban bien de precio y...- a Ron le encantaba, al igual que su hijo, la tienda de su hermano mayor.
-Todo eso está muy bien, pero Hugo ya comienza su primer año en Hogwarts y debemos comprar el material escolar de nuestros hijos- explicaba Alice mientras le entregaba ambas cartas abiertas a su marido.
-¿Ya? Dumbledore no pierde el tiempo- resopló el patriarca mientras tomaba asiento.
-¡Qué guay! ¡Por fin tendré mi propia varita!- Hugo estaba más ilusionado por su nuevo material escolar que ir a la tienda de su tío.
Rose no parecía estar muy ilusionada esta vez, se había enojado esta mañana con Scorpius y el verlo este año con Anna la ponía enferma.
-Sí, pero aún no puedes hacer magia con ella fuera de la escuela- se quejaba la pelirroja.
-Y doy gracias- confesó Ron al recordar los problemas que tuvo su mejor amigo y cuñado, Harry.
Alice miró a su hija y Rose se adelantó a responder a la pregunta que le iba a hacer su madre.
-Salí a buscar a Nerman- medio sonrió, aunque Alice no la creía del todo.
Ya casi había dejado de llover, aunque los cielos se mantenían nublados y esto ayudó a que las lechuzas sobrevolaran los cielos y llevaran las cartas a los futuros estudiantes de Hogwarts.


FIN DEL CAPÍTULO

PRIMERA GENERACIÓN

DRACO Y HERMIONE

ROSE WEASLEY

SCORPIUS MALFOY



jueves, 3 de julio de 2014

13. La marca de la serpiente: Enemigos del heredero, temed.

La noche se hacía más densa y solo 3 adultos se mantenían despiertos en el despacho del director Dumbledore.
Severus los había refugiado cautelosamente en el castillo, quería saber qué les había pasado y cómo habían logrado escapar. Para ello, ordenó traer algo de comida y también algo para beber.
-¿Scorpius está bien?- preguntó Hermione, algo preocupada.
-El señor Potter ha cuidado de él en vuestra ausencia- se sentó en el sillón que estaba frente a ellos.
-¿Harry?- miró extrañada a Draco.
-Confío más en él que en Weasley- dibujó una sonrisa y ella reía mientras negaba con la cabeza.
En ese momento, Severus carraspea para llamar su atención y continuar con sus preguntas.
-¿Qué ha pasado en el día de su desaparición, señora Malfoy? ¿Quién la ha secuestrado?- preguntaba con un tono serio.
-Había llegado Ginny, pero no era ella... No me di cuenta, hasta que la encontré en nuestra habitación- explicaba con un rostro un poco pálido- Era Jessica... Había conseguido escapar de Azkaban-.
-Es extraño que no se percataran de ello, aunque no sería la primera vez- detalló Snape.
-Luego apareció Morfin Gaunt, no sé qué es lo que buscaban... Solo sé que quemaron todo y me llevaron con ellos- dejó escapar un par de lágrimas.
-Afortunadamente, no lo encontraron- decía Snape depositando su mirada en el que fue su antiguo alumno.
Hermione miró a su marido.
-¿Qué es lo que no sé, Draco?- estaba nerviosa.
-Morfin quiere a Scorpius, él es el heredero de la casa Slytherin- continuaba con la voz más apagada- Scorpius es el guardián de algo muy poderoso que pertenece a la familia Black-.
La castaña no podía creer lo que oía, nunca le había comentado nada parecido.
-Si sabías eso, ¿por qué no te has dignado a contármelo?- dejó escapar unas cuantas lágrimas de indignación.
-No creí que fuera nuestro hijo, hasta que mi padre llegó con aquel pergamino del árbol genealógico de la familia de mi madre- intentaba explicarse, pero ella se levantó de su asiento y se dirigió hacia la ventana.
-Hermione...- murmuró éste mientras se aproximaba hacia ella.
-¡No quiero que me digas nada! Mi hijo es el blanco de todas las miradas de todos esos magos que se hacen llamar "sangre pura", ¿y me dices que tu padre lo sabía y no fuiste capaz de decírmelo?- estaba muy enojada.
Draco bajó la mirada y asintió con la cabeza.
-Es cierto que no te había dicho nada, pero tampoco hubiera cambiado nada si lo hubiera hecho- la miró a los ojos y aún más serio.
-¿Qué quieres decir?- Hermione no podía comprender qué diferencia había.
-Draco tiene razón, si lo hubiera sabido o no, no hubiera servido para nada- intervino Snape.
-¿Por qué? Se hubiera buscado una solución o podríamos haber intentado detener a Gaunt de algún modo...- fue interrumpida.
-Te equivocas, si Morfin descubría que sabíamos quién era el heredero de la casa Slytherin, nos habría capturado a ambos y hubiera llegado más rápido a Scorpius- continuaba Draco- Pero al haberte capturado a ti, pude llevar a nuestro hijo a un lugar seguro y también puse al tanto al director...-.
Éste tomó la delgada mano de Hermione y la miró más tiernamente a los ojos.
-Quizás tengas razón, pero yo también formo parte de esta familia- le acariciaba la mejilla sin soltar su mano.
-Lo siento...- murmuró éste con una leve sonrisa.
Entonces, en uno de los cuadros, apareció un anciano de la época clásica con un viejo libro en mano y chistó al profesor.
Snape mira extrañado hacia el cuadro y el anciano comienza a hablar en voz baja.
-Tengo un mensaje del director Dumbledore- ponía su mano cerca de la cara como si revelase un secreto.
-¿Un mensaje?- se acercó Hermione con su marido.
-Así es, dice que se encuentra en la casa de Arthur y Molly Weasley continuaba mientras se acercaba un poco más hacia ellos- Dice que acudáis en esta misma noche hacia allí... Las cosas no van nada bien-.
El matrimonio Malfoy no dudó en coger sus capas negras y prepararse junto al profesor Snape.
Los tres adultos caminaban apresuradamente por los pasillos hasta la gran entrada del castillo, al salir se encontraron con la profesora McGonagall y el gigante guardabosques.
-¿Qué hacéis aquí?- les preguntó Snape.
-Usted no es el único que está preocupado por esta situación, Severus- le respondió McGonagall muy seria.
-Hermione, Draco, ¿estáis bien?- se preocupó Hagrid.
-Sí, conseguimos escapar sanos y salvos- tranquilizó Hermione con una sonrisa y éste correspondió al gesto.
-No tenemos tiempo para juegos y carantoñas- interrumpía Snape mientras tomaba su varita y llamaba 3 escobas para ellos- No podemos perder más tiempo-.
Las escobas aparecieron volando y justo antes de llegar hasta ellos, fueron aterrizando hasta llegar al frente de éstos.
Inmediatamente, tomaron sus escobas y sobrevolaron el oscuro cielo de la noche. No tenían tiempo que perder, por lo que mantuvieron la formación y la velocidad hasta La Madriguera, donde se encontraba el director con los demás.
Mientras tanto, en el pequeño salón de la casa Weasley, Harry, Neville, Ron, George y Arthur mantenían una importante conversación con Aberforth.
-Entonces, ¿Hermione y Draco están bien?- se alegraba Harry al ver que el director asentía.
-Aunque aún no tenemos muy claro cómo lograron escapar- detalló el anciano mientras tomaba un sorbo de té.
-En cualquier caso, ahora debemos actuar antes de que Morfin intente llegar hasta el chico- dijo Arthur.
-Eso sería lo más sensato, Arthur- lo apoyó el director.
Sin embargo, ese momento de "paz" se rompió debido a una explosión que hubo cerca de la casa y éstos salieron de inmediato con varita en mano, para ver qué había pasado.
Pero un hechizo Confundus llegó hasta George y todos mantuvieron su posición apuntando hacia alrededor de la casa, mientras Arthur ayudaba a su hijo.
-¡Entregadme al chico y prometo no ser muy cruel con vosotros!- amenazaba el viejo de Gaunt al aparecer frente a éstos mientras habría la cortina de fuego con su desgatada varita.
-¡Jamás!- apuntó Harry hacia él y lanzó un hechizo, pero Jessica intervino y usó su hechizo Escudo.
-¿Acaso os lo pedí de por favor? ¡Entregadme el chico ahora!- se enfureció.
-Crucio- invocó Hermione mientras bajaba de su escoba justo detrás de aquellos que querían llevarse a su hijo y varios mortífagos sucumbieron a la horrible tortura del hechizo.
-Expelliarmus- hechizó Draco a Jessica y ésta fue desenvainada por su antiguo compañero.
Sin embargo, ésta reía mientras lo miraba.
-Bravo, Draco... Por tu culpa ahora no podremos vencer a todos estos sangre sucia- decía con una macabra sonrisa en su blanquecino rostro.
-¿Desde cuándo dije que quería tal cosa?- apuntaba hacia ella, pero Jessica no se sentía amenazada en absoluto.
Pero con tanto alboroto, Scorpius consiguió salir hasta donde estaba Harry y Ron.
-¡Papá, mamá!- los llamó, preocupado por lo que estaba pasando.
-¡Vuelve a dentro!- ordenó la castaña, sin darse cuenta de que había dejado de torturar a los 2 mortífagos que rodeaban a Gaunt.
Éstos aprovecharon su oportunidad y tomaron sus varitas antes de que nadie pudiera detenerlos.
-¡Flagrate!- hechizó uno de ellos a Hermione y ésta tuvo que quitarse su larga capa que había comenzado a arder.
De repente, hubo una gran batalla frente a La Madriguera y Harry empujó a Scorpius dentro de la casa.
-Ahora no puedes ayudarles- intentaba hacerle entender el patriarca de los Potter.
-¡No puedo dejarles!- quería defender a su familia, pero Harry lo apartaba de la puerta.
-Te prometo que no permitiré que les pase nada, pero tú debes de volver arriba con los demás- lo tomó de los hombros e hizo un gesto a su hijo James que apareció en ese momento desde las escaleras.
-¡No!- gritaba Scorpius, pero de nada le valía, James lo cogió fuertemente y poco a poco conseguía subirlo a las habitaciones.
Ginny bajó a ayudarlo sin soltar su varita, por si entraban a la casa.
Molly llevó a los chicos a una habitación escondida de los enemigos, la habían construido varios años, cuando Voldemort había regresado en el 4º año de curso en Hogwarts.
Solo podían oír algunas explosiones y algunos ruidos de aquella lucha, pero apenas podían saber quiénes iban perdiendo... Ginny estaba muy nerviosa y no hacía sino suplicar en pequeños murmullos que ninguno de sus seres queridos saliera herido o muerto.
Luna la observó con detenimiento y se sentó a su lado mientras la tomaba de la mano con fuerza y suplicaba lo mismo que su mejor amiga.
Tras un tiempo, hubo un desagradable silencio... Todos tenían el corazón en un puño, no se movían de su lugar, esperaban oír a sus familiares y amigos bien. En ese momento tan tenso, alguien intenta abrir la puerta de la habitación pero está cerrada con un hechizo que había puesto Molly Weasley.
Las madres no dudaron en ponerse en pie mientras apuntaban con sus varitas hacia la puerta, protegiendo tras de sí a sus hijos y sobrinos, esperando a otra batalla que deseaban ganar.
-Alohomora- reconocieron la voz de aquella mujer que invocaba tal hechizo para abrir la puerta y bajaron las varitas.
La puerta se abrió y Hermione apareció con lágrimas en los ojos y emocionada de ver que estaban bien.
-Hermione...- murmuró Ginny en el mismo momento que se adelantó a abrazarla.
Todos estaban bien, ninguno estaba herido de gravedad, solo llevaban rasguños y algunos golpes superficiales.
Draco entra en la habitación y Scorpius no duda en abrazarle con fuerza.
Malfoy sonríe de satisfacción al comprobar que están bien y que, por esta vez, habían ganado una batalla.
Sin embargo, no todo eran risas y alegrías... Morfin logró escapar antes que sus guardaespaldas y acompañado de Jessica. Llegaron a su escondite, donde unos pocos mortífagos custodiaban la casa con Pansy.
-¡Tú, maldita escoria!- acusaba el viejo de Gaunt mientras lanzaba un hechizo hacia Pansy.
Ella cayó al suelo, no tuvo tiempo de protegerse ante aquel ataque.
Jessica la agarró fuertemente del cabello y la obligó a ponerse de rodillas frente al anciano.
Éste la agarró de la mandíbula con fuerza y la miró a los ojos con odio.
-¿Cómo pudiste traicionarme de ese modo?- dijo entre dientes y aún con ira.
Pansy no podía negar que había ayudado a los Malfoy a escapar en el momento que Gaunt y Jessica ya no estaban, solo se puso a llorar del miedo por lo que le iban a hacer... Pero tampoco estaba dispuesta a confesar ni a desmentir nada.
-Gracias a tu insensatez, morirás y a ellos no les importará porque nunca les has importado- le abofeteó y apuntó hacia ella para matarla definitivamente.
-Se me acaba de ocurrir una idea- reía Jessica.
El anciano la miró y esperó a oír el plan que se le había ocurrido a su subordinada.
-No la mate, aún nos puede servir de gran ayuda- dijo con una mueca extravagante en su blanquecino rostro y Morfin accedió a su petición.
-Dale las gracias a Jessica, hoy no morirás- burló y ordenó que la llevaran a la misma celda donde tenían a Hermione.
Pansy estaba asustada, pero no fue capaz de mediar palabra desde entonces...
FIN DEL CAPÍTULO
SEVERUS SNAPE

NEVILLE Y LUNA LONGBOTTOM

DRACO Y HERMIONE MALFOY







sábado, 28 de junio de 2014

12. Reencuentro familiar.

En una de las urbanizaciones más pequeñas de Londres, en la última casa de color azul claro, vivía la familia Longbottom. Neville se encontraba en el jardín de su pequeña casa, estaba esperando su correo mientras tomaba una taza de café y miraba el claro cielo.
Entonces, de entre los árboles aparece una lechuza parda con un pequeño puñado de cartas sujetas por un ligero cordón.
Longbottom comienza a escarbar en su albornoz de color oscuro, buscando la propina para el animal mientras éste descendía hasta el buzón de correos de la casa.
La lechuza no paraba de emitir pequeños chillidos a Neville y sin moverse de su posición.
-Sí, sí... Ya te he oído- se quejaba éste ya con la propina en mano.
Tomó las cartas y depositó un par de monedas en el pequeño saco que llevaba el plumado animal.
-Anda, lárgate- resopló Neville, no le gustaba esa lechuza en particular... Siempre le picoteaba las manos si recién se había desayunado sus tostadas de mermelada de fresa o incluso le tira el correo en algunos de los árboles de la urbanización. 
La lechuza no tardó en prender el vuelo, dejando la casa de la familia Longbottom.
Cuando el padre de familia entra a su casa, Luna aparece con un pequeño sobre de color blanquecino.
-¿Cómo es que tienes ese sobre? Acabo de recoger el correo- se extrañó Neville.
-No lo sé. Me lo encontré en la almohada de nuestra cama- explicó ésta con un tono tranquilo.
-¡Esa lechuza! ¡Ya es el colmo!- ya estaba dispuesto a salir con su varita para hechizar a dicho animal, pero su mujer lo detuvo llamándolo por su nombre.
-Ella no ha traído esta carta- continuó mientras él se volteaba hacia Luna- Nos la envía Harry, dice que Dumbledore se reunirá con nosotros en el partido de Quidditch de esta noche-.
-Pero si no tenemos las entradas- dijo Neville mientras buscaba entre tanto correo que tenía en sus manos.
-El señor Weasley las tiene, solo tenemos que ir a su casa esta tarde- concluyó Luna y alzó sus azulados ojos a las escaleras que daban a las habitaciones, pues Clara ya estaba preparada para comenzar el nuevo día y bajaba mientras leía una novela mágica donde las páginas cobraban vida manifestándose al exterior, por ejemplo: una mesa que contenía un libro abierto, salía del libro y los que allí estaban podían verlo como si lo estuvieran leyendo.
-Clara, esta tarde iremos a la casa de la familia Weasley- continuó Neville mientras abría una de las muchas cartas que tenía- Iremos a ver un partido de Quidditch-.
-¿Hoy no jugaba Inglaterra contra Holanda?- preguntó Luna muy interesada.
-Sí, así es- éste parecía haberse emocionado al recordar que hoy jugaba Inglaterra, por lo que corrió a su habitación para escoger todo lo necesario para animar a su equipo.
Mientras tanto, en Hogwarts, unos acelerados pasos llegaban hasta el despacho del director Dumbledore.
-Severus- llamó McGonagall y éste volteó.
El profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras miró hacia la profesora y observó que llevaba un viejo pergamino en sus blanquecinas manos.
-Ahora mismo no tengo suficiente tiempo, profesora- intentó continuar.
-Insisto- consiguió llegar hasta él.
Snape volvió a mirar aquel pergamino y depositó sus oscuros ojos a McGonagall.
-Acabo de encontrar esto clavado en la puerta de su clase, ¿tiene una idea de quién pudo ser?- lo miró preocupada.
Éste tomó dicho papel y comenzó a leer:

El heredero de Slytherin ha sido manifestado,
su deber será proteger lo que ha de ser escondido...
Pronto se alzarán nuevos herederos y la profecía se
cumplirá ante los ojos de toda criatura mágica.
Esta noche, la luna brillará por completo, pero dos
oscuras sombras se apoderarán del Castillo.

McGonagall lo había leído varias veces, pero no pudo reconocer la letra y tampoco ha comprendido con exactitud todo el mensaje.
-¿Qué significa esto, Severus? Debería decírselo al director- estaba muy asustada.
-Se trata de una travesura, no le de importancia. No es necesario alertar al director de esto- concluyó y continuó su camino, pero llevó consigo el pergamino que le había dado la profesora.
Ella no se había convencido del todo, pero tampoco insistió más... Aunque esta vez estaría más atenta a lo que pueda pasar.
Finalmente, Snape consiguió llegar al despacho y como esperaba, el director estaba sentado en su sillón buscando información acerca de la leyenda de la familia Black.
-¿A qué se debe tu visita, Severus?- le preguntó sin levantar su vista de todos los libros y documentos que invadían su pequeña mesa.
-He recibido esta nota por parte de Draco Malfoy- dijo con una pizca de esperanza.
Dumbledore dejó de buscar entre sus papeles y miró a su profesor de Defensa.
-¿Cómo es posible? Entonces, ¿aún están vivos?- se levantó de su asiento y caminó hacia donde se encontraba Snape.
-Así es. Presiento que esta misma noche conseguiremos verlos- le entregó la nota y dejó que la leyera.
Después de un momento de silencio, Aberforth dirigió su mirada a éste, aún sin salir de su asombro.
-Severus, necesito que te quedes aquí y los esperes. Yo he de reunirme con Harry y el resto... Debemos adelantarnos a los acontecimientos- le entregó el pergamino y volvió a su asiento.
-Si aparecieran esta noche, ¿qué debo de decirle?- guardó el viejo papel en su capa oscura.
-Dile la verdad, pero sobretodo, llévalos a un lugar seguro... Estarán buscándolo- concluyó y dejó que éste saliera del despacho para continuar con su misión.
Ajeno a todo esto, Scorpius comenzó a bajar las escaleras cuando en una de las habitaciones escuchó a los adultos hablar de algo que le había llamado la atención.
-No podemos decirle nada... Solo tiene 11 años- explicó Ginny.
-Sé que solo tiene 11 años, pero yo con su edad quería saber qué era lo que estaba pasando a mi alrededor- defendía Harry.
-Aún así, Ginny tiene razón- comentó Arthur, sabía de la experiencia de su yerno, pero comprendía que aún el chico era muy joven.
-Eso no es justo...- suspiró Harry mientras se sentaba al borde de la cama.
Scorpius no salía de su asombro, estaban hablando de su situación y nadie se había dignado en decirle algo.
Pero en ese momento, los instrumentos de limpieza fueron subiendo por las escaleras, cumpliendo con su orden de dejar la casa como los chorros del oro.
La fregona tropezaba con el joven Slytherin y como había dejado los escalones mojados, éste resbaló y rodó un par de escaleras abajo.
Todos salieron a ver qué había pasado y por fortuna, Scorpius se había levantado con rapidez y salió a jugar con los demás jóvenes al jardín. 
-Creo que alguien estuvo escuchando tras la puerta- señaló Alice al ver la fregona en el suelo.
-Oh, cielos... ¿Y ahora qué vamos a hacer? ¿Quién pudo ser?- se preocupó Molly Weasley.
-No lo sé- murmuró Harry.
Todos estaban muy nerviosos, uno de los chicos había estado escuchando la conversación que habían tenido en la habitación, pero no sabían de quién se trataba y tampoco qué es lo que había oído realmente.
Sin embargo, los adultos fingieron comportarse como si no hubiera pasado nada. 
Ya en la noche, toda la familia y amigos quedaron en verse en el gran descampado donde se encontraba el grandioso estadio de Quidditch. Scorpius iba callado y pensativo, hasta que Albus da con él.
-Has estado muy ausente- murmuró el joven Potter.
-Lo siento, estaba pensando- lo miró con una tierna sonrisa.
-Oye, sé que no estarás pasando un buen momento, pero quiero que sepas que aquí nos tienes para lo que sea- le dio unos ligeros golpecitos en el hombro y éste rió, agradecido.
-Bueno, bueno, ¿alguien puede decirme a qué viene esas caras?- bromeaba Fred mientras se apoyaba en ambos chicos.
-Sí, parece como si hubieseis visto a un fantasma- le seguía la broma su primo James.
-¿Un fantasma?- Albus no entendía de qué iban.
En ese momento, ante ellos aparece un horrible ser de colores muy oscuros y ojos rojos.
Los dos chicos se impresionaron, hasta que ven aparecer a Teddy atravesando el fantasma y recogiendo un objeto con forma esférica mientras reía a carcajadas.
-No ha tenido gracia- dijo Albus.
-Ya lo creo, ¿en serio creíais que era de verdad? Vamos, si es una bomba crea-luciones de la tienda de broma del tío George- explicó James.
-¿Una bomba crea-luciones?- preguntó Scorpius intrigado por saber más.
-Sí, hay distintas bombas. Hay una con forma de escorpión gigante, otra de una plaga de arañas... Em... Un troll y...- intentaba hacer memoria el pelirrojo de Fred- Ah, sí, también tenemos bombas que se transforman en un dementor-.
-¡¿En un dementor?!- se impresionó Albus.
-Sí, pero mi padre solo me deja coger las más simples...- resopló.
Ya habían llegado a la planada donde se encontraba una gran multitud de magos y brujas preparando sus tiendas, para luego ir a ver el gran partido que se presentaba en esa noche.
Los padres preparaban las tiendas y obligaban a sus hijos a colaborar, mientras que las madres se encargaban de desempacar todo para luego preparar la cena.
Scorpius iba hacia los demás chicos para ayudarlos, pero se tropieza con Rose que iba hacia las chicas.
-Lo siento- dijo éste mientras se hacia a un lado y ella negó con la cabeza.
-Tranquilo- medio sonrió y aceleró sus pasos hacia su madre.
El chico se quedó mirando a la pelirroja algo extrañado, normalmente "discutían" por casi todo...
Entonces, sin esperarlo, cuando voltea para continuar su camino hasta los demás, se aparece una muchacha de cabello rosa y ojos violeta.
Se sorprendió al verla.
-¿Anna?- sonrió al reconocerla y ella también dibujó una dulce sonrisa.
-Hola Scorpius, no esperaba verte aquí- saludó con un tierno abrazo y éste se ruborizó.
La mayoría de la familia presenció la escena, sobretodo la pelirroja.
-Vaya, creo que te quieren quitar a tu novio, Rose- murmuró Lily.
-No es mi novio- dijo un poco enojada y al ver que ya habían puesto la tienda, decidió entrar con un par de bolsas a la pequeña cocina.
Victoire se percató del comportamiento de su prima y fue a dar con ella.
Rose no la esperaba en absoluto, por lo que se quedó aferrada en la despensa mientras colocaba la comida y los objetos de cocina.
-¿Estás bien?- le preguntó mientras le alcanzaba las cosas.
La pelirroja miró hacia ella y asintió.
-Entonces, ¿por qué siento que no estás de humor?- insistía y ésta cada vez se ponía más tensa.
-¿Acaso tengo que estar riéndome siempre?- dejó lo que estaba haciendo y entró en una de las habitaciones.
Victoire comprendió lo que estaba pasando y medio sonrió a la vez que se aproximaba a ella.
-Rose, dime la verdad, ¿estás enojada?- se sentó al borde de la cama en la que se encontraba su prima y comenzó a acariciarle el cabello.
-Sí... Un poco, nada más- susurró y sin darse la vuelta, seguía acurrucada.
-Entiendo. Nadie puede mandar en el corazón, es muy difícil llevarle la contraria- explicaba.
-¿Cómo puedes decir eso? Tú y Teddy sois novios y os queréis- mantenía la misma postura.
-Sí, es verdad. Pero no fue nada fácil... Yo estaba enamorada de él, pero Teddy no sentía lo mismo por mí- confesó con cierta tristeza y Rose volteó para sentarse a escuchar con más atención.
-No me lo creo, si ahora mismo él no puede hacer nada si no estás tú- le costaba entenderlo.
Victoire rió levemente y depositó sus cristalinos ojos en ella.
-Fui yo la que se le declaró y él me había rechazado- continuó- Pensé que yo fui una estúpida por declararle mis sentimientos... Sin embargo, cuando estuvimos en nuestra primera clase de vuelo yo no supe cómo aterrizar y me escoba enloqueció-.
-Y él fue a ayudarte- quiso ayudar en la historia.
-No. La escoba que yo había cogido era para uno de los chicos de Slytherin que se había metido con él y yo no lo sabía, por lo que cogí la escoba que él había hechizado- dijo con un tono un poco enojado.
-Solo cuando ya me encontraba en la enfermería, Teddy vino a disculparse conmigo y me confesó la verdad- dibujó una sonrisa más satisfactoria- Pero le dije que no lo iba a perdonar porque quería hacerle daño al chico que más me gustaba de la casa Slytherin-.
-¿Te gustaba el otro chico?- se quedó perpleja.
-Claro que no, le mentí y él se puso muy celoso. Solo entonces, confesó que yo le gustaba y que quería que yo fuera su novia- concluyó su historia y continuó guardando las cosas.
Rose meditó por un momento.
-Sabes lo que tienes que hacer, ¿verdad, Rose?- preguntó Victoire.
-¿Tengo que decirle que me gusta otro chico?- no entendía nada.
-No, tienes que declararte. Dile lo que sientes- continuaba- tal vez no seáis novios, pero por algo se empieza-.
En ese momento, dejan la conversación y ven entrar a todos con sonido de bocinas y gorros de Inglaterra.
Scorpius y Albus reían mientras comentaban cosas, mientras que Rose se quedaba pensando en la conversación que había tenido con su prima mientras miraba a su compañero Slytherin.
Mientras tanto, en Hogwarts, dos encapuchados se aproximaban a paso ligero.
El profesor de Defensa contra las Artes Oscuras se acerca a ellos y con la varita en mano, por si se trataba de una trampa.
-Quitaos las capuchas- ordenó éste mientras los apuntaba y ellos accedieron a la orden, lentamente se quitaron la capucha y la luna reflejó sus rostros.
Eran Draco y Hermione Malfoy.
-Revelar- hechizó Snape para comprobar que no se tratase de unos impostores, pero efectivamente eran ellos.
-Ahora debemos escondernos, no ha sido fácil llegar hasta aquí- susurró Draco y éste los dejó entrar de inmediato.
¿Cómo habían logrado escapar? A lo mejor los habían liberado para encontrar a Scorpius o tal vez en una oportunidad pudieron huir... Fuera cómo fuera, debían darse prisa en dar con el chico.

FIN DEL CAPÍTULO
SEVERUS SNAPE

DRACO Y HERMIONE MALFOY

SCORPIUS HYPERION MALFOY

ROSE WEASLEY