sábado, 28 de junio de 2014

12. Reencuentro familiar.

En una de las urbanizaciones más pequeñas de Londres, en la última casa de color azul claro, vivía la familia Longbottom. Neville se encontraba en el jardín de su pequeña casa, estaba esperando su correo mientras tomaba una taza de café y miraba el claro cielo.
Entonces, de entre los árboles aparece una lechuza parda con un pequeño puñado de cartas sujetas por un ligero cordón.
Longbottom comienza a escarbar en su albornoz de color oscuro, buscando la propina para el animal mientras éste descendía hasta el buzón de correos de la casa.
La lechuza no paraba de emitir pequeños chillidos a Neville y sin moverse de su posición.
-Sí, sí... Ya te he oído- se quejaba éste ya con la propina en mano.
Tomó las cartas y depositó un par de monedas en el pequeño saco que llevaba el plumado animal.
-Anda, lárgate- resopló Neville, no le gustaba esa lechuza en particular... Siempre le picoteaba las manos si recién se había desayunado sus tostadas de mermelada de fresa o incluso le tira el correo en algunos de los árboles de la urbanización. 
La lechuza no tardó en prender el vuelo, dejando la casa de la familia Longbottom.
Cuando el padre de familia entra a su casa, Luna aparece con un pequeño sobre de color blanquecino.
-¿Cómo es que tienes ese sobre? Acabo de recoger el correo- se extrañó Neville.
-No lo sé. Me lo encontré en la almohada de nuestra cama- explicó ésta con un tono tranquilo.
-¡Esa lechuza! ¡Ya es el colmo!- ya estaba dispuesto a salir con su varita para hechizar a dicho animal, pero su mujer lo detuvo llamándolo por su nombre.
-Ella no ha traído esta carta- continuó mientras él se volteaba hacia Luna- Nos la envía Harry, dice que Dumbledore se reunirá con nosotros en el partido de Quidditch de esta noche-.
-Pero si no tenemos las entradas- dijo Neville mientras buscaba entre tanto correo que tenía en sus manos.
-El señor Weasley las tiene, solo tenemos que ir a su casa esta tarde- concluyó Luna y alzó sus azulados ojos a las escaleras que daban a las habitaciones, pues Clara ya estaba preparada para comenzar el nuevo día y bajaba mientras leía una novela mágica donde las páginas cobraban vida manifestándose al exterior, por ejemplo: una mesa que contenía un libro abierto, salía del libro y los que allí estaban podían verlo como si lo estuvieran leyendo.
-Clara, esta tarde iremos a la casa de la familia Weasley- continuó Neville mientras abría una de las muchas cartas que tenía- Iremos a ver un partido de Quidditch-.
-¿Hoy no jugaba Inglaterra contra Holanda?- preguntó Luna muy interesada.
-Sí, así es- éste parecía haberse emocionado al recordar que hoy jugaba Inglaterra, por lo que corrió a su habitación para escoger todo lo necesario para animar a su equipo.
Mientras tanto, en Hogwarts, unos acelerados pasos llegaban hasta el despacho del director Dumbledore.
-Severus- llamó McGonagall y éste volteó.
El profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras miró hacia la profesora y observó que llevaba un viejo pergamino en sus blanquecinas manos.
-Ahora mismo no tengo suficiente tiempo, profesora- intentó continuar.
-Insisto- consiguió llegar hasta él.
Snape volvió a mirar aquel pergamino y depositó sus oscuros ojos a McGonagall.
-Acabo de encontrar esto clavado en la puerta de su clase, ¿tiene una idea de quién pudo ser?- lo miró preocupada.
Éste tomó dicho papel y comenzó a leer:

El heredero de Slytherin ha sido manifestado,
su deber será proteger lo que ha de ser escondido...
Pronto se alzarán nuevos herederos y la profecía se
cumplirá ante los ojos de toda criatura mágica.
Esta noche, la luna brillará por completo, pero dos
oscuras sombras se apoderarán del Castillo.

McGonagall lo había leído varias veces, pero no pudo reconocer la letra y tampoco ha comprendido con exactitud todo el mensaje.
-¿Qué significa esto, Severus? Debería decírselo al director- estaba muy asustada.
-Se trata de una travesura, no le de importancia. No es necesario alertar al director de esto- concluyó y continuó su camino, pero llevó consigo el pergamino que le había dado la profesora.
Ella no se había convencido del todo, pero tampoco insistió más... Aunque esta vez estaría más atenta a lo que pueda pasar.
Finalmente, Snape consiguió llegar al despacho y como esperaba, el director estaba sentado en su sillón buscando información acerca de la leyenda de la familia Black.
-¿A qué se debe tu visita, Severus?- le preguntó sin levantar su vista de todos los libros y documentos que invadían su pequeña mesa.
-He recibido esta nota por parte de Draco Malfoy- dijo con una pizca de esperanza.
Dumbledore dejó de buscar entre sus papeles y miró a su profesor de Defensa.
-¿Cómo es posible? Entonces, ¿aún están vivos?- se levantó de su asiento y caminó hacia donde se encontraba Snape.
-Así es. Presiento que esta misma noche conseguiremos verlos- le entregó la nota y dejó que la leyera.
Después de un momento de silencio, Aberforth dirigió su mirada a éste, aún sin salir de su asombro.
-Severus, necesito que te quedes aquí y los esperes. Yo he de reunirme con Harry y el resto... Debemos adelantarnos a los acontecimientos- le entregó el pergamino y volvió a su asiento.
-Si aparecieran esta noche, ¿qué debo de decirle?- guardó el viejo papel en su capa oscura.
-Dile la verdad, pero sobretodo, llévalos a un lugar seguro... Estarán buscándolo- concluyó y dejó que éste saliera del despacho para continuar con su misión.
Ajeno a todo esto, Scorpius comenzó a bajar las escaleras cuando en una de las habitaciones escuchó a los adultos hablar de algo que le había llamado la atención.
-No podemos decirle nada... Solo tiene 11 años- explicó Ginny.
-Sé que solo tiene 11 años, pero yo con su edad quería saber qué era lo que estaba pasando a mi alrededor- defendía Harry.
-Aún así, Ginny tiene razón- comentó Arthur, sabía de la experiencia de su yerno, pero comprendía que aún el chico era muy joven.
-Eso no es justo...- suspiró Harry mientras se sentaba al borde de la cama.
Scorpius no salía de su asombro, estaban hablando de su situación y nadie se había dignado en decirle algo.
Pero en ese momento, los instrumentos de limpieza fueron subiendo por las escaleras, cumpliendo con su orden de dejar la casa como los chorros del oro.
La fregona tropezaba con el joven Slytherin y como había dejado los escalones mojados, éste resbaló y rodó un par de escaleras abajo.
Todos salieron a ver qué había pasado y por fortuna, Scorpius se había levantado con rapidez y salió a jugar con los demás jóvenes al jardín. 
-Creo que alguien estuvo escuchando tras la puerta- señaló Alice al ver la fregona en el suelo.
-Oh, cielos... ¿Y ahora qué vamos a hacer? ¿Quién pudo ser?- se preocupó Molly Weasley.
-No lo sé- murmuró Harry.
Todos estaban muy nerviosos, uno de los chicos había estado escuchando la conversación que habían tenido en la habitación, pero no sabían de quién se trataba y tampoco qué es lo que había oído realmente.
Sin embargo, los adultos fingieron comportarse como si no hubiera pasado nada. 
Ya en la noche, toda la familia y amigos quedaron en verse en el gran descampado donde se encontraba el grandioso estadio de Quidditch. Scorpius iba callado y pensativo, hasta que Albus da con él.
-Has estado muy ausente- murmuró el joven Potter.
-Lo siento, estaba pensando- lo miró con una tierna sonrisa.
-Oye, sé que no estarás pasando un buen momento, pero quiero que sepas que aquí nos tienes para lo que sea- le dio unos ligeros golpecitos en el hombro y éste rió, agradecido.
-Bueno, bueno, ¿alguien puede decirme a qué viene esas caras?- bromeaba Fred mientras se apoyaba en ambos chicos.
-Sí, parece como si hubieseis visto a un fantasma- le seguía la broma su primo James.
-¿Un fantasma?- Albus no entendía de qué iban.
En ese momento, ante ellos aparece un horrible ser de colores muy oscuros y ojos rojos.
Los dos chicos se impresionaron, hasta que ven aparecer a Teddy atravesando el fantasma y recogiendo un objeto con forma esférica mientras reía a carcajadas.
-No ha tenido gracia- dijo Albus.
-Ya lo creo, ¿en serio creíais que era de verdad? Vamos, si es una bomba crea-luciones de la tienda de broma del tío George- explicó James.
-¿Una bomba crea-luciones?- preguntó Scorpius intrigado por saber más.
-Sí, hay distintas bombas. Hay una con forma de escorpión gigante, otra de una plaga de arañas... Em... Un troll y...- intentaba hacer memoria el pelirrojo de Fred- Ah, sí, también tenemos bombas que se transforman en un dementor-.
-¡¿En un dementor?!- se impresionó Albus.
-Sí, pero mi padre solo me deja coger las más simples...- resopló.
Ya habían llegado a la planada donde se encontraba una gran multitud de magos y brujas preparando sus tiendas, para luego ir a ver el gran partido que se presentaba en esa noche.
Los padres preparaban las tiendas y obligaban a sus hijos a colaborar, mientras que las madres se encargaban de desempacar todo para luego preparar la cena.
Scorpius iba hacia los demás chicos para ayudarlos, pero se tropieza con Rose que iba hacia las chicas.
-Lo siento- dijo éste mientras se hacia a un lado y ella negó con la cabeza.
-Tranquilo- medio sonrió y aceleró sus pasos hacia su madre.
El chico se quedó mirando a la pelirroja algo extrañado, normalmente "discutían" por casi todo...
Entonces, sin esperarlo, cuando voltea para continuar su camino hasta los demás, se aparece una muchacha de cabello rosa y ojos violeta.
Se sorprendió al verla.
-¿Anna?- sonrió al reconocerla y ella también dibujó una dulce sonrisa.
-Hola Scorpius, no esperaba verte aquí- saludó con un tierno abrazo y éste se ruborizó.
La mayoría de la familia presenció la escena, sobretodo la pelirroja.
-Vaya, creo que te quieren quitar a tu novio, Rose- murmuró Lily.
-No es mi novio- dijo un poco enojada y al ver que ya habían puesto la tienda, decidió entrar con un par de bolsas a la pequeña cocina.
Victoire se percató del comportamiento de su prima y fue a dar con ella.
Rose no la esperaba en absoluto, por lo que se quedó aferrada en la despensa mientras colocaba la comida y los objetos de cocina.
-¿Estás bien?- le preguntó mientras le alcanzaba las cosas.
La pelirroja miró hacia ella y asintió.
-Entonces, ¿por qué siento que no estás de humor?- insistía y ésta cada vez se ponía más tensa.
-¿Acaso tengo que estar riéndome siempre?- dejó lo que estaba haciendo y entró en una de las habitaciones.
Victoire comprendió lo que estaba pasando y medio sonrió a la vez que se aproximaba a ella.
-Rose, dime la verdad, ¿estás enojada?- se sentó al borde de la cama en la que se encontraba su prima y comenzó a acariciarle el cabello.
-Sí... Un poco, nada más- susurró y sin darse la vuelta, seguía acurrucada.
-Entiendo. Nadie puede mandar en el corazón, es muy difícil llevarle la contraria- explicaba.
-¿Cómo puedes decir eso? Tú y Teddy sois novios y os queréis- mantenía la misma postura.
-Sí, es verdad. Pero no fue nada fácil... Yo estaba enamorada de él, pero Teddy no sentía lo mismo por mí- confesó con cierta tristeza y Rose volteó para sentarse a escuchar con más atención.
-No me lo creo, si ahora mismo él no puede hacer nada si no estás tú- le costaba entenderlo.
Victoire rió levemente y depositó sus cristalinos ojos en ella.
-Fui yo la que se le declaró y él me había rechazado- continuó- Pensé que yo fui una estúpida por declararle mis sentimientos... Sin embargo, cuando estuvimos en nuestra primera clase de vuelo yo no supe cómo aterrizar y me escoba enloqueció-.
-Y él fue a ayudarte- quiso ayudar en la historia.
-No. La escoba que yo había cogido era para uno de los chicos de Slytherin que se había metido con él y yo no lo sabía, por lo que cogí la escoba que él había hechizado- dijo con un tono un poco enojado.
-Solo cuando ya me encontraba en la enfermería, Teddy vino a disculparse conmigo y me confesó la verdad- dibujó una sonrisa más satisfactoria- Pero le dije que no lo iba a perdonar porque quería hacerle daño al chico que más me gustaba de la casa Slytherin-.
-¿Te gustaba el otro chico?- se quedó perpleja.
-Claro que no, le mentí y él se puso muy celoso. Solo entonces, confesó que yo le gustaba y que quería que yo fuera su novia- concluyó su historia y continuó guardando las cosas.
Rose meditó por un momento.
-Sabes lo que tienes que hacer, ¿verdad, Rose?- preguntó Victoire.
-¿Tengo que decirle que me gusta otro chico?- no entendía nada.
-No, tienes que declararte. Dile lo que sientes- continuaba- tal vez no seáis novios, pero por algo se empieza-.
En ese momento, dejan la conversación y ven entrar a todos con sonido de bocinas y gorros de Inglaterra.
Scorpius y Albus reían mientras comentaban cosas, mientras que Rose se quedaba pensando en la conversación que había tenido con su prima mientras miraba a su compañero Slytherin.
Mientras tanto, en Hogwarts, dos encapuchados se aproximaban a paso ligero.
El profesor de Defensa contra las Artes Oscuras se acerca a ellos y con la varita en mano, por si se trataba de una trampa.
-Quitaos las capuchas- ordenó éste mientras los apuntaba y ellos accedieron a la orden, lentamente se quitaron la capucha y la luna reflejó sus rostros.
Eran Draco y Hermione Malfoy.
-Revelar- hechizó Snape para comprobar que no se tratase de unos impostores, pero efectivamente eran ellos.
-Ahora debemos escondernos, no ha sido fácil llegar hasta aquí- susurró Draco y éste los dejó entrar de inmediato.
¿Cómo habían logrado escapar? A lo mejor los habían liberado para encontrar a Scorpius o tal vez en una oportunidad pudieron huir... Fuera cómo fuera, debían darse prisa en dar con el chico.

FIN DEL CAPÍTULO
SEVERUS SNAPE

DRACO Y HERMIONE MALFOY

SCORPIUS HYPERION MALFOY

ROSE WEASLEY



miércoles, 25 de junio de 2014

11. Torturados.

Lejos de toda civilización londinense, en una casa terrera abandonada de todo muggle, se encuentra una de las antiguas alumnas más capaces de Hogwarts... Hermione Malfoy.
Lo único que sabía era que se encontraba en una celda vieja y húmeda, con grilletes oxidados y una pequeña ventana con gruesos barrotes que le permitían ver el cielo.
La puerta que había frente a ella era de un tronco mágico resistente a todo tipo de hechizos, salvo por la varita de aquel que la custodia.
Hermione no sabía gran cosa desde hace varios meses de su secuestro.
No había visto a Draco y anhelaba estar al lado de su hijo, pues sabía que ya había pasado el primer año de curso en la escuela de magia.
Estaba algo despeinada, un poco sucia de estar allí encerrada y con la misma ropa de aquel día.
Apenas probaba bocado, pero el mero hecho de querer sobrevivir para volver a ver a su familia y amigos le daba fuerzas para tener apetito y comer lo poco que le traían.
Dejaba escapar varias lágrimas de sus castaños ojos, no sabía por qué la mantenían allí encerrada y solo le preguntaban por Draco y Lucius... ¿Qué podía saber ella? Draco no le había contado nada con respecto a lo que había sucedido con su padre y tampoco había vuelto a ver a su suegro desde su supuesta desaparición.
El consuelo que le quedaba, lo único que la ayudaba a estar firme, era que Scorpius estaría en buenas manos, ya sea con Harry o Ron.
En ese momento, abren la pesada puerta y ve entrar a Morfin Gaunt con Jessica, la joven que era mitad bruja y mitad sirena.
-Buenos días, Hermione Malfoy- murmuró Gaunt con una horrible sonrisa.
La castaña lo miró con rabia, pero no dijo ni una sola palabra.
-Tenemos un regalo para ti, espero que lo disfrutes- reía el anciano mientras salía de la celda, dejando que Jessica apuntara hacia ella con su varita para obligarla a salir.
Por primera vez, Hermione pudo mirar dónde se encontraba, al salir de su celda recorrió un helado pasillo que daba a otras celdas más cercanas a la salida.
Cuando atravesó la puerta de hierro que la llevaban hacia la "libertad", la castaña contempló el hermoso paisaje que rodeaba la gran casa terrera que se encontraba a pocos metros de aquella "prisión".
No era muy grande aquella casa y tenía un color amarillo chillón, pero con el poco mantenimiento que tenía el color se aclaró y las plantas que rodeaban la casa fueron creciendo de tal forma que el jardín quedó totalmente descuidado.
En la entrada de la casa, algunos mortífagos que lograron escapar de la justicia mágica, miraban a la castaña de arriba a bajo con desprecio. Sabían que Hermione no era una "sangre pura" como ellos, por lo que la despreciaban a pesar del apellido que llevaba.
A medida que se adentraba al fondo de la casa, Morfin se detuvo en el umbral de la puerta del gran salón.
-Espero que nos perdones, no pudimos traerlo de otro modo- burló y dejó que ésta entrara al acogedor salón.
Inmediatamente, al reconocer de quién se trataba, Hermione dejó escapar varias lágrimas acompañadas de unos pequeños gimoteos mientras se acercaba hacia su marido.
Estaba sentado en una silla y atado de manos y pies. Le habían golpeado en el ojo izquierdo, en el labio, el estómago y cerca del pecho izquierdo.
En el resto del cuerpo, habían hematomas de varios tamaños y su respiración algo agitada preocupaba a la castaña.
-Draco... ¿Cómo estás? ¿Qué te han hecho?- le susurraba ésta a la vez que luchaba por no llorar.
-Estoy bien... Me duele un poco los golpes, sobretodo el ojo- le respondió mirándola a los ojos.
Hermione lo miró con preocupación, quería preguntarle por si su hijo estaba bien y éste asintió levemente.
-¿Emocionada, Hermione?- sonreía despreciablemente el anciano.
-Esto es indignante. Él es un sangre pura, ¿por qué lo tratáis de este modo?- se enojó la muchacha.
-¿Acaso insinúas que lo hemos hecho con gusto? ¡Ni hablar! Draco Malfoy pertenece a un linaje puro y fuerte, pero el mero hecho de haberse unido a alguien como tú, es algo que lo convierte en un traidor- explicó con ira en su mirada.
-¿Por qué hacéis esto? Voldemort ha muerto, ya no podéis revivirlo- defendía la castaña.
-No es a Voldemort a quien quieren- detalló Draco.
Ella volteó de inmediato hacia él y por un momento deseó pensar que no se trataba de su hijo.
-El hecho, es que estamos buscando al heredero de la casa Slytherin y junto a él a los herederos de las casas restantes: Gryffindor, Hufflepuf y Ravenclaw- continuaba Morfin- Claro está que pensé en ti, Draco, ya que la leyenda habla de un sangre pura de la familia Black... Pero no eres tú, si así fuera ya llevarías la marca de Slytherin-.
La pareja tragó saliva y su corazón comenzó a latir con más fuerza.
-Lo que me lleva a pensar que se trata de vuestro único hijo, Scorpius Hyperion Malfoy- se sentó en una gran butaca.
-De ningún modo permitiremos que le pongas una sola mano encima a nuestro hijo- se enojaba la castaña.
-Claro que no puedo tocarle... Si el chico muere, no se cumplirá la profecía- comenzó a reír.
Hermione y Draco se encontraban en un gran problema, pues no sabían cómo alertar a sus amigos y compañeros para proteger al chico... Pero tampoco sabían qué es lo que se les venía encima si no encontraban a su hijo.
En esa misma mañana y en un lugar mucho más lejos de donde se encontraba la familia Malfoy, Harry y Ginny decidieron pasar la noche en casa de Arthur y Molly Weasley junto a Ron y Alice.
Harry estaba sentado en una de las sillas de la cocina y bebiendo una taza de leche caliente. Apenas había pegado ojo con lo que había pasado esa noche y el mero hecho de no entender lo que estaba sucediendo, lo ponía más nervioso.
-No has podido dormir, ¿verdad?- preguntó Ron que acababa de levantarse, tampoco pudo dormir gran cosa y sabía que Harry estaría igual.
-Es cierto, no he podido- suspiró.
El pelirrojo tomó una taza y la llenó de café, luego tomó unas pocas galletas que había hecho su madre y se sentó frente a su amigo.
-No puedes evitar que pasen cosas, Harry. Voldemort ya no está y el resto de problemas ya son cosas de los demás... Bastante te has amargado ya por culpa de ese loco- intentaba animarlo de algún modo.
-Sí, pero no es tan sencillo, Ron. Draco confió en mí para que fuera el padrino de Scorpius, por lo que sí es una responsabilidad mía- miró a su mejor amigo.
Ron suspiró amargamente y miró a su taza mientras mojaba una galleta.
-Ese tío me enferma, te lo juro... Pero es el marido de mi mejor amiga- dijo con un tono apagado.
-No es tan malo como crees- reía Harry.
-Eso es lo que tú piensas, pero a mí no me va a engañar tan fácilmente- replicó.
-No me digas que aún le tienes manía por estar con Hermione- dijo al cogerle una galleta al pelirrojo.
-No es manía y mucho menos por lo de Hermione, solo es que no puedo olvidar tan fácilmente todo lo que nos ha hecho- miró para otro lado, como sonrojado.
-Entiendo- concluyó Harry y mordió la dulce galleta que había hecho su suegra.
Mientras tanto, una joven pelirroja entraba en la habitación donde se encontraba su compañero Slytherin que aún dormía.
Rose consiguió levantarse y llegar hasta ahí sin despertar al resto y sin ser descubierta por su padre y tío.
Cerró la puerta con sigilo y poco a poco se fue acercando al chico.
Llevaba un pijama de color claro y el cabello atado con una coleta alta.
Iba descalza, así le era más fácil pasar desapercibida.
Ya llegando a la cama del chico, se sentó con cuidado en el borde y miró a su compañero. Se había quedado asustada por lo que le había pasado esa noche, así que quería verlo antes que los demás para ver cómo se encontraba.
Quiso comprobar que no tenía fiebre, pero no se dio cuenta de que tenía sus manos un poco frías y al depositarla en la frente de éste, los grisáceos ojos del joven se abrieron.
Rose se asustó, no quería que la descubriera allí y se levantó enseguida, pero él la agarró firmemente de la muñeca y la obligó a sentarse nuevamente.
-¿Qué hacías?- le murmuró, no quería despertar a nadie.
-Nada- respondió rápidamente y volvió a intentar escapar, pero no soltaba su muñeca.
-La próxima vez no te lo preguntaré- amenazó con su varita y sin soltarla.
La chica pelirroja volvió a sentarse y meditó en si debía decirle la verdad o no. Bajó la mirada y apenas pudo decir nada.
-¿Weasley?- se extrañó de verla así, no era propio de ella.
-Ya te he dicho que no era nada- dijo muy avergonzada y notó cómo él iba dejando de apretar su muñeca.
-Lo siento, por lo de anoche... No quise tratarte mal- la miró seriamente, aunque se le notaba que lo decía con sinceridad.
-La culpa fue mía... También- Rose estaba tan colorada que apenas se podía distinguir su color de cabello de la cara.
Scorpius dejó su varita en la mesa de noche y soltó la muñeca de su compañera.
-Será mejor que te vuelvas a la cama, pensarán lo que no es- murmuró y ella lo miró de inmediato.
-¿Crees que serán capaces de pensar algo así de nosotros?- lo dijo muy sorprendida.
-Tal vez- se encogió de hombros.
Rose volvió a bajar la mirada y cerró los ojos por un momento, no supo por qué pero se imaginó semejante situación.
-¿Tú crees que pueda pasar?- tenía miedo de mirarlo, miedo a lo que le podría contestar.
Por un momento, hubo un largo silencio y ya que ella no era capaz de mirarlo, decidió responder a su pregunta.
-¿Qué esperas que pase?- murmuró con un tono muy serio y Rose notó cómo le latía el corazón fuertemente.
Otra vez hubo silencio, pero no duró tanto como el primero.
-Solo quiero garantizarme de que no... Bueno...- no comprendía por qué le temblaba tanto la voz, ya no se sentía tan segura como antes y le dolía el estómago de lo nerviosa que se encontraba.
-De que no sentiremos nada por el otro- concluyó éste la frase muy firme y ella lo miró muy nerviosa aunque trataba de disimularlo.
Una vez más hubo silencio, sin embargo Scorpius comenzó a acercarse lentamente hacia ella y Rose no quiso moverse, solo esperó a qué él llegara hacia ésta.
Se miraban fijamente y el silencio era tal, que la muchacha creyó oír los fuertes y acelerados latidos de su corazón.
Sabía que iba a ser su primer beso, pero ¿de qué otro modo iba a comprobar lo que sentía por él? Tampoco es que estuviera interesada en alguien en particular.
Scorpius fue cerrando sus ojos lentamente y Rose también, aunque no tenía ni idea de cómo continuar.
Pero en ese momento, oyen unos pasos que vienen de las escaleras y el chico vuelve a abrir sus ojos y mira hacia la puerta, nervioso.
-Será mejor que te vayas- le susurró a la pelirroja.
-No traje mi varita y si salgo me pillarán- le explicó en el mismo tono de voz que él.
Inmediatamente, Scorpius toma su varita y apunta hacia ella.
-Desaparecer- conjuró el chico con un susurro hacia su compañera e inmediatamente desapareció.
Aparecen Harry y Ron justo cuando él deja su varita en la mesa noche.
-Vaya, no sabía que ya te habías despertado- dijo Harry con una media sonrisa.
-Ya me encuentro mejor- respondió, fingiendo que se acababa de levantar.
Mientras tanto, Rose aprovechaba para escapar y llegar hacia su habitación para deshacer el hechizo de Scorpius.
Finalmente, después de esquivar a todos los que se iban despertando y saliendo de sus habitaciones, Rose entró en su cuarto y tomó su varita para deshacer el hechizo lo más rápido que podía y salir a desayunar como los demás.
Cuando sale, se encuentra con su prima pequeña, Lily. Las dos comienzan a bajar y a hablar de cómo habían pasado la noche y demás, como si nada hubiera pasado... Aunque no podía evitar el sentir ese dolor en su pecho de lo nerviosa que se había puesto por su casi primer beso con Scorpius, su rival en los hechizos.
FIN DEL CAPÍTULO

DRAMIONE

SCORPIUS Y ROSE

ESCONDITE DE MORFIN GAUNT

CASA DE ARTHUR Y MOLLY WEASLEY










martes, 24 de junio de 2014

10. La reaparición del heredero.

La lluvia aún no había dejado de caer en la casa de Arthur y Molly Weasley; sin embargo, no querían cancelar la cena de celebración por los jóvenes magos que habían acabado este primer año en Hogwarts.
No faltó nadie, los Longbottom, los Potter, los Weasley y Scorpius Malfoy. Ninguno de los presente había abierto el tema de la familia del chico, seguían obedeciendo las órdenes del director Dumbledore. Aún así, el chico estaba preocupado y se mantenía ausente de todo.
Finalmente, los Potter llegan a la extraña casa y bajan del coche con paraguas.
-¿Estás bien?- preguntó Albus al notar que su amigo no había dicho nada en todo el viaje.
-Sí... Solo estoy un poco cansado- medio sonrió y bajó la mirada mientras se aproximaba a la puerta de la casa.
Harry llamó a la puerta y George no tardó en abrirles a la vez que los saludaba con una simpática sonrisa.
Los jóvenes iban entrando hasta llegar a la alocada cocina... Ron y Alice estaban colocando la mesa, Luna y Neville ayudaban con la comida a Molly Weasley, Arthur y Bill estaban preparando el estrecho salón para ver el gran campeonato de quidditch que iba a haber esa misma noche y Fleur terminaba de preparar las habitaciones de todos con ayuda de Angelina.
Todos iban a cenar, ver el partido y descansar en la vieja casa de los Weasley.
Estaban muy entusiasmados, apenas recordaban la tristeza de no haber encontrado a los Malfoy, aunque evitaban al pobre Scorpius por miedo a que éste les quisiera preguntar acerca de sus padres.
Ya que los adultos estaban algo ocupados, los chicos fueron al ático para jugar y hablar.
-No me puedo creer que nos haya mandado deberes, ¿es que nos odia?- se quejaba Fred mientras ojeaba su libro de Defensa contra las Artes Oscuras.
-Fred, admítelo, eres malísimo en esta asignatura- le contestó James con una sonrisa.
-Sé que se me da de pena, pero no es motivo para que me mande a estudiar en mis vacaciones- seguía ojeando el libro.
-Ya te advertí que debías estudiar- le reprochó Teddy mientras reía.
-¡Tú copiaste, no tienes derecho a decirme eso!- le lanzó una pastilla de golosina.
-No copió, nosotros hemos estudiado semanas antes del examen- defendió Victoire Weasley.
-Pero ¿solo te ha puesto los deberes a ti?- preguntó Rose a su primo.
-Sí... Dice que solo aprobé por los pelos- resopló éste.
Los chicos seguían hablando entre sí y a penas se habían fijado en que Scorpius no hacía sino mirar hacia la pequeña ventana, observaba la lluvia mientras sus pensamientos divagaban.
Rose desvía la mirada del grupo y se fija en él, por pura casualidad.
Lo notó raro en las últimas semanas del curso, pero no se atrevía a preguntarle ya que consideraba que no tenía tal confianza como para eso.
Aún así, ella se acercó a su compañero Slytherin y medio sonrió al ver que éste se percató de su aproximación.
-¿Estás bien?- murmuró la pelirroja que estaba sentada frente a él.
-Sí, ¿por qué lo preguntas?- fingía.
-Bueno, normalmente participas en las conversaciones y ahora estás solo... Y callado- mantenía el mismo tono de voz.
-Ya, es que no tengo muchas ganas de hablar- volteó hacia la ventana.
-Es porque no están tus padres, ¿verdad?- bajó un poco más su tono de voz y el chico volteó rápido hacia ella.
-Prefiero no hablar del tema- parecía que se hubiera enojado y se dirigió a la cocina dejando a sus amigos preocupados.
Todos miraron a Rose que se había mosqueado por el comportamiento del chico y se miraron entre sí.
No sabían si debían preguntar o no, pero tampoco querían quedarse con la incertidumbre.
-Rose, ¿qué es lo que ha pasado?- preguntó Molly Weasley.
-Que ese idiota es un mimado que tan solo quiere llamar la atención- se enojó y bajó al salón.
El grupo no se sorprendió y se volvieron a mirar.
-Estos dos no cambiarán- dijo Dominique.
-No sé cómo es que no se han matado, si no se pueden ni ver- añadió Teddy.
-Tampoco exageres, solo son dos polos opuestos- corrigió Victoire.
-Por cierto, ¿no os parece raro el hecho de que sus padres no están?- preguntó James con un rostro pensativo.
Los jóvenes comenzaron a extrañarse de eso, pero Albus intervino.
-Papá dijo que se habían ido a Rumanía, para visitar a su abuelo-.
-Tal vez, pero ni tan si quiera le han enviado una lechuza- explicó Molly.
Hubo un gran silencio, todos parecían darle la razón a James de que algo estaba pasando con la familia Malfoy.
Los adultos hablaban de cómo habían sobrellevado lo de la desaparición de sus amigos, hasta que Harry divisó al pequeño Scorpius e hizo un gesto a Ginny y comenzó a haber silencio.
Fingieron hablar de otra cosa y el chico tomó asiento frente a la apacible chimenea.
Harry sintió un nudo en la garganta al verlo así y dejó la mesa para estar junto al chico.
-¿Todo bien?- musitó con una sonrisa.
-Claro... ¿Por qué no iba a estarlo?- murmuró con un tono muy serio y rostro decaído.
Harry suspiró y meditó en cómo seguir la conversación.
-Tranquilo, no tienes por qué estar conmigo. Nadie quiere- le miró a los ojos, pero el patriarca de los Potter no se dio por vencido.
-Yo también me sentía así, como un bicho raro... Como si...- fue interrumpido por el chico.
-Como si no perteneciera a ningún mundo- medio sonrió y por primera vez se sintió cercano a alguien como él.
-Sí, pero aunque parezca que no formas parte de nada, en realidad importas mucho a alguien como a tus padres y amigos- Harry puso su mano sobre el pequeño hombro del muchacho y éste se sintió mejor.
Rose no se separaba de las escaleras que daban al salón donde se encontraba su tío con su compañero Slytherin, permaneció en silencio y escuchando lo que se decían ambos.
Por un momento reflexionó en la situación de éste y comprendió la soledad que sentía, aunque nunca había experimentado tal cosa.
De repente, una fuerte brisa comenzó a colarse por las ranuras de la casa... Algo no andaba bien.
Scorpius se estremeció del dolor por la marca que le había salido y se apoyó en su padrino.
-¿Qué le ocurre?- corrió Rose hacia su tío que tomó los hombros del chico.
-No te acerques- la apartó Ron un par de metros de ellos.
-Traed algo, lo que sea...- Harry quería detener lo que estaba aconteciendo, aunque aún no tenía ni idea de lo que era exactamente.
En ese momento, alguien llama a la puerta insistentemente y Arthur Weasley tomó su varita y fue a abrir.
Temía por si era algún mortífago, pero para su sorpresa se trataba del profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.
-Severus...- se sorprendió el anfitrión.
-Por su gesto y su varita apuntando hacia mí, deduzco que algo pasa, ¿me equivoco, señor Weasley?- parecía no inmutarse.
-Algo le ocurre a Scorpius- Arthur dejó que pasara y cerró la puerta de inmediato.
El chico aún se quejaba del escozor de su pecho, Rose estaba asustada pero no la dejaron estar ahí abajo y Ron la obligó a subir hasta donde se encontraban sus primos.
Inmediatamente, Severus se acercó hacia donde se encontraba Harry con Scorpius y sacó su varita.
-Hágase a un lado, Potter- ordenó seriamente y éste obedeció.
Scorpius siguió quejándose del dolor y el profesor ancló su rodilla frente al muchacho y le abrió la camisa clara que llevaba.
-Lo que me temía- murmuró pausadamente y un poco asombrado de ver la marca de la casa Slytherin en la piel blanquecina de éste.
-¿Qué? ¿Qué significa, Severus?- empezó, como el resto de los que allí estaban, a preocuparse mucho más.
-Significa que ya puede ofrecer sus respetos al nuevo heredero de la casa Slytherin, Scorpius Hyperion Malfoy... ¿O debería decir, Scorpius Hyperion Black?- miró hacia la asustada familia, aunque tampoco podía negar que estaba preocupado y que debía de comunicárselo al director Dumbledore cuanto antes.
FIN DEL CAPÍTULO

SEVERUS SNAPE

SCORPIUS HYPERION MALFOY

RONALD WEASLEY

JAMES, LILY, HUGO, TEDDY, VICTOIRE, ALBUS, ROSE, SCORPIUS