Hagrid fue el último en entrar al estrecho lugar, buscaba con sus pequeños ojos la mesa donde se sentaban algunos amigos de éste, hasta que consiguió divisarles entre tanto humo que atravesaba la tenue luz.
Enseguida, Harry levanta su mano y saluda al gigante que no tardaba en llegar hasta ellos.
Horace le ofreció un espacio al recién llegado y todos miraron hacia el director Aberfoth.
-Sé que os estáis preguntando el qué hacemos aquí, ¿me equivoco?- murmuró éste.
Todos guardaron silencio, en señal de afirmación.
-Aquí no pueden entrar mortífagos y tampoco aquellos que hayan estado prisioneros en Azkaban... Esta taberna pertenece a un buen amigo mío con la finalidad de que podamos tener un lugar donde hablar de ciertos problemas...- hizo una pausa y bajó la mirada.
-¿Qué problemas?- intervino Ron.
-Ron... Verás... Em...- Harry no sabía por dónde empezar.
-La familia Malfoy no está atravesando por su mejor momento, señor Weasley- interrumpió Snape mientras le ponía el periódico de ese mismo día ante él.
-Severus, no esperaba verte- se asombró el anciano director.
El profesor de Defensa contra las artes oscuras tomó asiento al lado de Harry, frente a Hagrid.
Ron no dejaba de leer mientras su semblante se ponía cada vez más y más pálido.
-No... No puede ser...- continuaba mientras aguantaba el gran temor que comenzó a inundar su cuerpo- Esto no puede ser cierto... Hermione no puede estar...-.
-Claro que no está muerta- se negaba Harry a esa cruel realidad.
-¿Y qué le hace estar tan seguro de eso, señor Potter? ¿Acaso sabe quién está detrás de todo esto?- frunció el ceño Snape.
-Draco vino a mi casa, me ha dicho que alguien fue a su casa y prendió fuego todo después de llevarse a Hermione- explicó.
-Pero, ¿cómo puede estar seguro de que ella no ha muerto? ¿Acaso sabe quién ha sido el responsable del secuestro de la señora Malfoy y de que hayan quemado su casa?- preguntó Horace.
Harry pensó un momento, trataba de recordar todo lo que le había hablado su amigo Malfoy y volvió su mirada a los presentes.
-Creo que sí, me dijo que estaba en peligro y que iría a salvar a Hermione... Es posible que sí sepa quiénes hayan sido- contestó con más certeza.
Aberforth se mantenía pensativo, parecía como si quisiera decir algo pero no sabía si ese era el mejor momento para desvelarlo.
-¿Qué le tiene tan pensativo, señor director?- preguntó Snape y todos miraron hacia él.
-Hace varios meses, Draco vino a hablar conmigo- confesó el anciano- Quiso hablarme de lo que le había dicho su padre con respecto a ciertos rumores que comenzaron a aparecer después de la muerte de Morfin Gaunt-.
-¿Cómo no nos lo ha dicho?- dijo Harry.
-No hubiera servido para nada, Harry, te lo aseguro- intentó consolar, pero éste seguía indignado.
-Tal vez, si nos lo hubiera dicho habríamos podido ayudarles- explicaba, pero el director negó con la cabeza.
-No hubieras podido, porque tú también estás en peligro, Harry- se acercó más a la mesa y todos hicieron lo mismo.
-A Draco le persigue una buena y una mala herencia...- bajó más su tono de voz- Según la leyenda de la familia Black, un hijo varón de dicha familia será el heredero para ser nombrado el Elegido-.
Harry y Ron se miraron extrañados y voltearon hacia el director.
-¿El Elegido? ¿De qué?- preguntó Ron.
-Por lo visto, solo lo pueden saber los magos que pertenecen a la familia Black... Pero es algo que puede perjudicarnos a todos... Sin excepción de magos ni tampoco de clases... Es algo que va mucho más allá de lo que hayan podido imaginar- parecía algo asustado.
-Pero, Draco no pertenece a la familia Black, señor director- intervino Snape.
-¿Estás seguro, Severus?- miró hacia el profesor.
-Es cierto, Narcissa Malfoy pertenece a la familia Black... Por lo tanto, Draco debe estar en el árbol genealógico de los Black- explicó Hagrid.
-Así es y ahora su hijo es el heredero, el nombrado Elegido; pues esto solo ocurre cada 100 años y... Scorpius Malfoy cumple con lo que dice la leyenda- aclaró Dumbledore y casi todos comenzaron a temer por lo que eso quería decir, aunque aún no lo tenían muy claro.
Después de esta conversación, varios meses pasaron y apenas volvieron a hablar de este tema... Tampoco habían recibido noticias de Draco y Hermione, parece ser que no lo habían conseguido.
Muchos lloraban preocupados y otros temiéndose lo peor, pero el director les suplicó el que no hicieran nada... Por el bien de éstos y de sus hijos, hasta nuevo aviso.
Ya casi era verano y Ginny bajaba rápidamente las escaleras de su iluminada casa, estaba feliz y llena de esperanzas.
-¡Harry, Lily, daos prisa!- decía muy feliz, porque iban hacia la estación de tren a recoger a sus hijos y a su ahijado, Scorpius Malfoy.
Harry cargaba a Lily en caballito mientras bajaban las escaleras y la pequeña pelirroja no cesaba de reír.
-Muy bien, ya es hora de que corras hacia el coche- dijo Harry al bajar a la pequeña al suelo.
Ésta no tardó en obedecer a su padre y corrió hacia el pequeño auto.
-Te veo mejor- murmuró Ginny con una cálida sonrisa.
-¿Cómo no voy a estarlo? Por fin acabaron su primer año- sonreía éste.
-¿Qué le dirás a Scorpius?- preguntó ésta mientras entraba en el coche.
-Le diré lo mismo que me ha dicho su padre, es mejor decirle esa mentira a que...- suspiró y cerró la puerta del coche.
-Lo siento... A mí también me ha afectado- confesó Ginny mientras tomaba la mano de su pareja.
Harry agarró fuertemente la mano de su esposa y medio sonrió.
-Tengamos buen ánimo, los chicos estarán ansiosos de llegar a casa- concluyó éste y ella asintió.
Mientras tanto, en el tren de los jóvenes magos una extraña conversación se cierne sobre el grupo.
-¿Cómo que vas a quedarte en nuestra casa?- le preguntó James al joven Slytherin.
-Es lo que me ha dicho tu padre, yo tampoco sé el motivo...- explicó.
-A mí no me importa que te quedes- sonreía Albus.
Scorpius sabía que no iba a estar del todo incómodo, ya que Albus parecía un chico más amigable que su hermano mayor James.
En ese momento, un pequeño escozor en su pecho derecho llama la atención del pequeño Malfoy.
No tarda en salir del vagón e ir al baño, pero cada vez se hace más insoportable ese escozor...
Cuando llega, cierra la puerta y poco a poco se desabrocha la camisa...
-Vaya- murmuró éste al ver cómo se le dibujaba el símbolo de la casa Slytherin en su blanquecino pecho.
No podía entender lo que le estaba sucediendo, solo sintió miedo y un montón de dudas que lo ahogaban.
Entonces, alguien toca la puerta del servicio.
-¿Scorpius? ¿Estás bien?- preguntó Albus.
-Sí... En seguida salgo- mintió y no tardó en volverse a abrochar la camisa.
Abrió y volvió al vagón con su compañero, pero no cesaba de molestarle.
Ya casi había anochecido, todos los parientes esperaban a los jóvenes magos que ya habían llegado a su destino. No tardaron en ir bajando del tren con su equipaje y marcharse con sus familiares.
Todos menos Scorpius, que por mucho que mirara no veía a sus padres.
James y Albus corrieron a abrazar a sus padres, mientras que él se quedaba solo mirando la tierna imagen.
-Hola Scorpius- saludó Lily mientras corría a abrazarlo y éste no la rechazó, al contrario, se alegró de que la pequeña fuera a dar con él.
-Bienvenido, Scorpius- dijo Harry mientras le abrazaba y tomaba su equipaje.
-Gracias por recibirme en vuestra casa- sonrió éste.
-Sí que te pareces a tu padre, pero tienes el carácter de Hermione- dijo Ginny mientras le daba un beso en la mejilla.
Todos montaron en el coche y pusieron rumbo a la casa de Arthur y Molly Weasley, pues iban a celebrar el regreso de los chicos.
-¿Veré a mis padres en la cena?- seguía dándole vueltas.
-No creo... Tuvieron que ir a Rumanía, para visitar a tu abuelo- mintió el patriarca, aunque casi parecía creérselo hasta él mismo.
Scorpius no era el único que quería ver a sus padres en aquella cena... De hecho, todos deseaban llevarse esa agradable sorpresa.
FIN DEL CAPÍTULO
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SEVERUS SNAPE |
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SCORPIUS HYPERION MALFOY |
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RONALD WEASLEY |
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ROSE WEASLEY |
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